Opinión | Tribuna

Los iconos del verano

La temporada turística anda embarrancada, no tanto desde el punto de vista económico –que también, pues determinados sectores ya han anunciado que sus cifras de facturación caen en picado–, sino por la sensación de caos general que impera y que, a muchos ibicencos, nos quita las ganas de aventurarnos un milímetro más allá de los lugares que nos impone la rutina. Aunque la temporada alta acaba de empezar, ya hemos recopilado una colección de iconos del verano que traslucen esta sensación de agobio y desconcierto. Ahí van algunos ejemplos:

· La lancha de s’Espalmador: Hay que practicar una navegación salvaje para acabar encaramando una embarcación de 19 metros de eslora sobre las dunas de s’Espalmador y dejarla con la proa apuntando al cielo. Es un ejemplo del embrollo circulatorio que tenemos en la isla por tierra, mar y aire, con vehículos de todo género manejados por una turba de conductores imprudentes y hasta temerarios. Nos sobran hasta los helicópteros.

· El herido de bala: Hace unos días dejaron a un hombre gravemente tiroteado a las puertas del servicio de Urgencias del Hospital de Can Misses. Sus portadores salieron huyendo para no tener que dar explicaciones. Una escena más propia de mafiosos y bandas de delincuentes, mil veces vista en televisión, que en Ibiza se ha vuelto real. Denota la grey de aviesas intenciones que también pulula por la isla para hacer el agosto.

· Los 200 millones del Six Senses: El grupo italiano Statuto ha comprado el polémico hotel de Portinatx por una cifra récord en nuestro país. Tras tres años de operaciones de blanqueo de imagen por parte de la compañía que abrió sus puertas, presumiendo de fomento del producto local, gestión ambiental modélica, etcétera, mientras cometía toda clase de tropelías, ha quedado claro que la operación era meramente especulativa y a corto plazo. Los grandes inversores no vienen a Ibiza a construir un futuro, sino en busca de beneficio rápido, a costa de lo que sea. Incluso determinadas corporaciones que, en otras latitudes, mantienen políticas más conservadoras y continuistas.

· Las treinta casas de sa Penya: En la crisis de la vivienda tiene mucho que ver la especulación inmobiliaria, incluso con hogares de tipo familiar, que se ha generalizado por toda la isla, con grandes fondos de inversión y buitres de toda ralea que adquieren pisos por docenas. Como ese holandés que está comprando, propiedad a propiedad, el histórico barrio marinero. Al final, será este mercadeo sin escrúpulos y no las políticas sociales, el que acabe reduciendo el foco de marginalidad que se concentra al pie de las murallas. Ésta, sin embargo, no desaparece, sino que se traslada.

· Los poblados chabolistas: Según las cifras conocidas, en los asentamientos de infraviviendas de la isla viven cerca de 2.000 personas, cuando hace una década debían de ser unas pocas docenas. Y hay otro montón de campamentos opacos, aquí y allá, que incrementan notablemente esta cifra. En vez de evolucionar hacia una sociedad más justa y equilibrada, tendemos hacia el tercer mundo.

· La rave ilegal de Diplo: La convocatoria del dj para una sesión pirata en los acantilados de Cala d’Hort constituye otro ejemplo de que, en Ibiza, las fiestas ilegales siguen proliferando por doquier. De paso, ilustra también el cinismo del sector oficial del ocio, que critica esta clase de actuaciones diciendo que en “Ibiza no todo vale”, pero luego mantiene a este irresponsable como cabeza de cartel en uno de sus más emblemáticos establecimientos.

· Los montones de basura: Lamentablemente, la pestilencia y el aspecto repulsivo que estos días caracteriza a distintos municipios de la isla por la huelga de basuras, no desentona con otros lugares de la isla que no están cuidados como debería.

· Las sargantanes de Sebastián Candela: Mientras hay isleños que atrapan serpientes de dos metros en su jardín, el periodista sigue ofreciéndonos maravillosas instantáneas de lagartijas, un verdadero icono de la isla en peligro de desaparecer, según la última actualización de la Lista Roja de Especies Amenazadas.

· El regreso del pirata de Porroig: Este personaje carente de escrúpulos ha vuelto a las andadas, pese a la orden de alejamiento que, sobre el papel, debería impedirle aproximarse a la cala donde hace negocio con el alquiler de amarres ilegales. Ibiza, cada vez más, es una isla de piratas; y de toda ralea y condición.

· El extraño adiós de Francesc Xavier Torres Peters: Ni tan siquiera el clero es inmune a la agitación que vive la isla. La marcha del sacerdote, gran estudioso de nuestra historia, en busca de “aire fresco”, según él mismo ha confesado, denota que también en la Iglesia las aguas bajan revueltas.

En fin, que no podemos evitar la rueda del cambio, pero no me negarán que en Ibiza lleva unos años girando a una velocidad de auténtica locura y empujándonos hacia un destino que casi nadie quiere.

@xescuprats

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