Incendio industrial | El día después

Incendio de Citubo en Ibiza: «Empezaron a reventar los aerosoles y parecía el 4 de Julio»

Tras el espectacular incendio del martes, esta mañana quedaban cuatro bomberos para acabar con los últimos puntos calientes en Citubo

Así ha quedado la nave de Citubo en Ibiza tras el incendio

Vicent Marí

Josep Àngel Costa

Josep Àngel Costa

La desolación reina alrededor de Citubo. Lejos del frenesí vivido en la jornada anterior, con todo el despliegue de equipos de emergencias para poner coto al incendio que asoló hasta última hora de la tarde del martes la nave industrial, poco antes de las diez de la mañana de este miércoles solo quedan cuatro bomberos para refrescar los últimos puntos calientes en las instalaciones.

La aparente calma exterior realza aún más la imagen infernal del interior, bajo toda la cubierta colapsada, con un amasijo de vigas y estanterías donde antes se repartían toneladas de productos a la venta. Algún curioso que pasa por el polígono industrial de Can Frígoles se detiene para captar imágenes. Y no faltan los vehículos que reducen su marcha por la carretera del aeropuerto para contemplar las ruinas.

Justo frente a la nave calcinada se encuentra una parada de autobús, a los pies del vial de servicio de este polígono. Bajo la marquesina, tres mujeres contemplan a distancia el trabajo de los bomberos. Sus gafas de sol no ocultan su desasosiego. Se trata de la directora de Citubo, Ángeles Esteban, junto a dos de sus compañeras de trabajo.

«Estamos todos en shock, al igual que los propietarios. Nos parece irreal. Te encuentras con que, de la noche a la mañana, tu vida cambia por completo y no sabes a dónde irá», confiesa Esteban, visiblemente afectada.

«Esperemos que esto sea solo un hasta pronto, no un hasta siempre»

Ángeles Esteban

— Directora de Citubo

Ni ella ni el resto de la plantilla, unas 42 personas, conoce aún su futuro laboral. Según comenta, los propietarios esperan el primer informe pericial de daños por el fuego para decidir el futuro del negocio. Hasta entonces, no se puede dar nada por seguro.

Pero tiene claro que la intención inicial es reflotar Citubo, la antigua empresa de fontanería industrial que la familia Palau adquirió en 2010 para reconvertirla en un centro industrial dedicado a los artículos de hogar, bricolaje, ferretería, carpintería o, incluso, juguetería.

Dos bombros acceden al interior de la nave para refrescar los puntos calientes.

Dos bombros acceden al interior de la nave para refrescar los puntos calientes. / V. Marí

«Esperemos que esto sea solo un hasta pronto, no un hasta siempre», desea Esteban. Pese a la desgracia, tiene palabras de elogio por el impecable desalojo de sus compañeros con los clientes el día anterior, después de que sonaran las alarmas contraincendios a la una menos diez del mediodía. Y, sobre todo, quiere recordar a todas las personas que les han mostrado su solidaridad. «Toda la dirección y los compañeros nos hemos emocionado con la multitud de mensajes que hemos recibido de gente preocupada por nosotros y para darnos todo el ánimo del mundo. Se agradece muchísimo en estos momentos», confiesa.

Intervención compleja

Hay otra presencia que destaca entre la calma inquietante de Citubo. Es Miguel Sevilla, el jefe del Parque Insular de Bomberos, dependiente del Consell de Ibiza. Es capaz de seguir dos acciones simultáneas, con atención plena en ambas. Como atender a la prensa (con intervenciones en directo para la televisión y la radio) mientras recibe y da indicaciones a los cuatro efectivos que siguen trabajando en la nave, de 5.000 metros cuadrados. Al cabo de poco rato, uno puede comprobar que Sevilla incluso se comunica con la mirada con sus subalternos.

En la ajetreada jornada anterior, tuvieron que desplegarse 17 efectivos del parque, con dos autobombas, dos nodrizas y un camión escalera. También recibieron el apoyo de dos camiones cisterna de los bomberos del aeropuerto (dependientes de AENA) y otros de la empresa Juan Bufí.

«La nave está preparada para un fuego que empiece dentro, fuera no tiene el sistema contraincendios con rociadores

Miguel Sevilla

— Jefe del Parque Insular de Bomberos

En la primera mañana tras el desastre ya solo queda acabar con tres puntos calientes, refrescándolos con agua y espuma. Sevilla daba por sentado que, a lo largo de la jornada, se podría dar por extinguido el incendio, que ya estaba completamente controlado pese a la dificultad que suponía. Un fuego en un polígono industrial es, posiblemente, la actuación más compleja a la que pueden enfrentarse los bomberos, debido a los materiales que allí se acumulan.

Un incendio complejo

De momento, a falta de que pueda llevar a cabo su investigación (después de que concluyan las labores de extinción), Sevilla no tiene indicios claros de qué pudo originar la combustión. Solo sabe que el fuego empezó en el exterior de la parte trasera de la nave, donde se almacenaban elementos sobrantes como plásticos o palés, entre otros materiales. Eso ya supuso un primer problema.

«La nave está preparada para un fuego que empiece dentro, fuera no tiene el sistema contraincendios con rociadores», detalla. Las llamas se propagaron rápidamente por la cubierta de paneles de sándwich, rellenas de un material tan combustible como el poliuretano. Una vez que pasó al interior, con toneladas de materiales altamente inflamables, y con tantas llamas en la parte superior, el fuego ya se había propagado sin control cuando llegaron los bomberos. «Había todo tipo de plásticos, telas, disolventes o pinturas. Empezaron a reventar los aerosoles y parecía el 4 de Julio», detalla. Los rociadores quedaron sin funcionar y se veía que la cubierta iba a colapsar en cualquier momento.

Miguel Sevilla, frente a la fachada de la nave industrial.

Miguel Sevilla, frente a la fachada de la nave industrial. / Vicent Marí.

Había que priorizar que el incendio no se propagara por los alrededores. El mayor riesgo se encontraba en una de las naves colindantes, del rent a car Record Go, con una multitud de vehículos, muchos de ellos eléctricos: «Son más complejos debido a las baterías de litio». Afortunadamente, solo prendió un vehículo híbrido, sofocado de inmediato. Finalmente, el fuego se dio por estabilizado a última hora de la tarde.

Observando el interior de Citubo, Sevilla calcula que la temperatura llegó a los mil grados. «Se puede saber con el estado de los materiales. El aluminio se funde a 700 grados, el cobre a 800 y el vidrio a unos mil. Además, por cómo ha afectado al hierro, se tuvieron que superar los mil grados», detalla. Paradójicamente, el colapso de la cubierta alivió ese infierno, ya que la temperatura pudo descender al salir el humo del interior.

Suscríbete para seguir leyendo