Opinión | Para empezar

¿Turistas volando en drones por Ibiza?

Muchos habréis escuchado la frase de «lo que no pasa en Ibiza, no pasa en ningún otro sitio». A estas alturas sé que es cierto. De hecho, esto empieza ya a superar límites. La isla ha sido siempre un imán para los ricos y sus excentricidades. Pero, a mi parecer, la cosa pasa de castaño oscuro. Si no tenemos bastante con tenerlos conduciendo temerariamente, con la música a todo lo que da o bailando encima de sus descapotables por las carreteras de la isla, ahora también los tendremos con sus deportivos flotantes navegando por nuestra costa.

Hay una empresa que ha puesto en alquiler unas lanchas con carcasa de deportivos. Son auténticos coches, con su volante y su palanca de cambios, solo que en vez de llevar ruedas para circular, navegan. Los vende como todo un lujo: el primer deportivo acuático de la isla para «descubrir el paraíso ibicenco con diversión».

Y claro, todos sabemos que cuando uno alquila un deportivo descapotable, ya sea por tierra o por agua, se convierte en piloto profesional (o eso creen nuestros queridos turistas). Ni nuestras carreteras están preparadas para coches de carreras, ni nuestro mar para más ineptos al frente de un timón. La ignorancia, así en general, y de las normas de navegación en particular, es muy atrevida. Tanto que en uno de los puertos con más tráfico del Mediterráneo en verano, como es el de Ibiza, estos coches anfibios circulan a sus anchas, cruzándose por delante de ferris gigantes sin considerar las consecuencias.

Estos vehículos flotantes se suman este verano a las lanchas sin patrón para aumentar el caos en el mar. Y más si pensamos en el comportamiento habitual de estos visitantes, que suelen tener como compañeros habituales de aventuras el alcohol y la velocidad.

¿Qué será lo siguiente? Si hoy tenemos deportivos descapotables flotantes, no me parece una locura imaginar un futuro en el que estos turistas adinerados sobrevuelen nuestras cabezas subidos en drones para pasajeros añadiendo otra capa de peligro a nuestras vidas cotidianas.

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