Una azafata de Iberia en Ibiza: «No vengáis más, este aeropuerto es una locura»

Tres malagueños han viajado estos días a la isla para pasar sus vacaciones, que han terminado con la cancelación de dos vuelos desde Ibiza hasta la ciudad andaluza (y la pérdida de un enlace) y un desembolso imprevisto de mil euros cada uno entre taxis, el pago inesperado de dos noches de hotel y billetes de ferri.

Los tres malagueños que han sufrido varias cancelaciones, durante sus vacaciones en Eivissa.

Los tres malagueños que han sufrido varias cancelaciones, durante sus vacaciones en Eivissa. / DI

Ángela Torres Riera

Ángela Torres Riera

«Había montada una increíble, porque no habían cancelado solo nuestro vuelo», explica Lucía, una turista malagueña que viajó el pasado jueves a Ibiza para pasar unos días de vacaciones junto a su hermana y su cuñado que terminaron con tres cancelaciones, el desembolso extra de unos mil euros cada uno y una vuelta a casa cargada de angustia y estrés.

Los malagueños fueron tan solo uno de los grupos de personas afectados el lunes por las cancelaciones en el aeropuerto de Ibiza a causa del mal tiempo. Por lo menos, seis vuelos se cancelaron y otros cuatro sufrieron retrasos en la terminal, donde hubo, durante toda la tarde, «colas infinitas», en palabras de otra pasajera.

En el caso de Lucía y sus acompañantes de viaje, la pesadilla empezó el pasado sábado, a las once de la noche, cuando tenían programado el vuelo de vuelta con Ryanair, se sentaron frente a su puerta de embarque y tras un largo rato de espera no veían movimiento ni cambios en la pantalla informativa.

«Habíamos escuchado al llegar que el vuelo Ibiza-Madrid, también de Ryanair, se había cancelado, así que estábamos un poco asustados», relata la turista apenas horas después de su llegada a Málaga tras dos días extra de viaje que le dejaron muy mal sabor de boca. A la hora y media de esperar frente a la puerta de embarque de la terminal, sin noticias nuevas por parte de la aerolínea, apareció en la pantalla que el vuelo se había cancelado. Según les dijeron, a causa de una huelga de controladores aéreos.

Tras dirigirse al mostrador de Ryanair, donde había «muchísima gente», y hablar con la azafata, se empezaron a desesperar. «Nos dijo que no nos iban a reubicar, que no había vuelos, y que tampoco nos pagaban el hotel ni la comida», cuenta la afectada. En cambio, les entregaron un papel con un link para que, una vez pasado el mal trago, pudieran enviar la factura del alojamiento para que la compañía les reembolsara el importe.

Empezaron a buscar opciones de vuelos y comprobaron que efectivamente, como les había informado la azafata, no quedaban opciones ni con Ryanair ni con Vueling ni con Iberia... «Nos vimos allí solos, a las dos de la madrugada, sin sitio en el que dormir y sin que nadie nos ayudara», lamenta.

Al final, reservaron una noche en un hotel cercano al aeropuerto por casi 500 euros la noche para los tres. «Habíamos devuelto ya el coche de alquiler y teníamos que pagar taxi para ir hasta allí», prosigue. No eran los únicos que estaban en esa situación, sino que pasajeros de todos los vuelos cancelados tuvieron que pensar con urgencia en alternativas ante la imposibilidad de volver a sus casas.

«Nuestro vuelo era solo uno de los que se habían cancelado, había además familias con niños pequeños y que tuvieron que pagar, supongo, el alojamiento de todos, un gasto que si vas justo de dinero es una locura», añade la malagueña.

Sin billetes a la Península

Al día siguiente, en cuanto se levantaron, cogieron otro taxi al aeropuerto para volver al mostrador de Ryanair y ver qué opciones tenían para volar ese mismo domingo. «Nos dijeron que hasta el miércoles no había ningún vuelo disponible», indica Lucía: «El lunes se nos terminaban ya las vacaciones y teníamos que incorporarnos al trabajo».

Entonces iniciaron otra búsqueda exhaustiva ampliando opciones para conseguir llegar a Málaga ese mismo día. Entre ellas, viajar a Denia en ferri y en vehículo de alquiler hasta la ciudad andaluza. «Queríamos salir de la isla, llegar a la Península y allí coger un coche, pero nos topamos con que no había billetes de barco y ninguno de los rent a car nos daba la opción de poder ir con el coche hasta otra comunidad», cuenta.

«Encontramos, al final, un vuelo de Iberia para el lunes que hacía escala en Palma y de ahí viajaba luego a Málaga». Lo que les obligó, además, a pagar otra noche de hotel en Ibiza: otros 600 euros entre los tres.

El lunes llegaron con antelación al aeropuerto de es Codolar para no arriesgarse a tener problemas. «Y veinte minutos antes de que saliera el avión, aparece en la pantalla que está atrasado y al rato, que está cancelado», narra Lucía aún con incredulidad. En ese momento, su hermana empezó a sentirse muy agobiada y ella, de la impotencia, rompió a llorar.

«Por lo menos -comenta-, desde Iberia nos enviaron un SMS informándonos de la cancelación», observa. Les explicaron también que el vuelo se había suspendido a causa del mal tiempo. En ese momento, se repitió la escena que habían vivido apenas días antes: largas colas frente al mostrador, en este caso, de la aerolínea española. «Una de las azafatas nos dijo ‘no vengáis más a Ibiza, este aeropuerto es una locura, están cancelando todos los vuelos’», recuerda la turista.

Otra de las trabajadoras de Iberia había terminado su turno y esperaba, desesperada, que su compañera la relevara tras largas horas de trabajo. Mientras tanto, se disculpaba con los viajeros que, crispados, esperaban una solución. «Reubicaron a las ocho personas que estaban por delante de nosotros en la cola y nos metieron en una lista de espera, nos dieron un ticket para comer en el aeropuerto y nos buscaron un hotel para hospedarnos», continúa Lucía.

Rellenaron la hoja de reclamaciones y buscaron, por tercera vez durante sus vacaciones, una manera de volver a casa, ya que les habían reubicado el martes a las once de la noche y no podían permitirse perder más días de trabajo.

«Al final (no había vuelos ni a Madrid ni a Barcelona ni a Sevilla...) cogimos un ferri a Formentera, de allí otro a Denia, y en el puerto de Denia nos recogió mi madre que vino desde Málaga a propósito. He llegado hoy [por ayer] a las siete de la mañana a casa y a las nueve me he puesto a trabajar», termina, y añade: «Estamos a día 2 y ya me he gastado todo mi sueldo, lo que me preocupa ahora es que no nos reembolsen el dinero».

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