Aparcamiento en Ibiza: La zona azul llega a Sant Jordi a medio gas y con una calle sin pintar

Dudas entre los usuarios en el primer día de aplicación: muchos desconocen si es gratuito y que han de dejar una nota con la hora en la que han aparcado

José Miguel L. Romero

José Miguel L. Romero

Llega con su monovolumen y salen primero de él su mujer y su hijo. Antes de hacerlo él, coloca el parasol, que el sol ya pica. Y nada más. No, no tiene ni idea de que desde el 1 de julio hay que colocar en el salpicadero, bien visible, o un reloj indicando cuándo aparcó en esa calle de Sant Jordi (la de la Plaça Major) o una nota escrita a mano con esa información horaria. «Lo supuse al ver tan repintadas en azul las líneas de aparcamiento, pero no lo sabía», admite. Van a la biblioteca junto a su hijo. Vuelve a abrir el coche y deja la nota, por si vienen los controladores, a los que hasta entonces no se ha visto por la zona: «¿Es por dos horas? ¿Hay máquinas?», pregunta. Sí, se puede estacionar allí dos horas, pero luego hay que cambiar el vehículo de lugar. Y no, de momento no hay máquinas.

Como estos dos vecinos, tampoco se han enterado la mayoría de los conductores: «¿Pero empieza hoy?». El hombre acaba de salir de la oficina municipal (donde regalan discos de estacionamiento) tras resolver unos trámites burocráticos. En ese tramo de la calle de la Plaça Major, a las 9.32 horas sólo tres de los ocho turismos aparcados tienen visible el reloj o una nota. Y además hay 35 plazas libres.

Flexibilidad

En la otra zona azul, la de la calle paralela a la carretera del aeropuerto, sucede lo mismo: en la mayoría de los salpicaderos no hay disco ni nota a mano ni nada. Allí no se va a repintar el suelo de azul, a pesar de que ya está descolorido. Esa señalización en el firme data de hace muchos años, más de un lustro, cuando hubo otra intentona de implantar la limitación para aparcar. En algunos tramos, ni se ve ya. En esa avenida hay señales informativas deterioradas e, incluso, hay una medio tumbada (posiblemente por un turismo al dar marcha atrás para estacionar).

Falta la mayor parte de la señalización e incluso la calle Timbal, que en principio está incluida en el control, aún no ha sido ni pintada ni señalizada

No obstante, desde el Consistorio advierten de que serán flexibles los primeros días de aplicación de la ORA y no se impondrán multas a diestro y siniestro, especialmente porque, como reconocen, la zona azul está a medio gas. Y a medio hacer. Falta la mayor parte de la señalización e incluso la calle Timbal (paralela a la arteria principal de Sant Jordi), que en principio está incluida en el control, aún no ha sido ni pintada ni señalizada. La orden para colorear de azul los aparcamientos de este vial fue dada ayer, señalan desde el Ayuntamiento, pero ignoran cuándo se hará, de la misma manera que no se aventuran a decir cuándo se instalarán las máquinas expendedoras de tiques: «De momento no hay una fecha programada». Eso sí, resuelven una duda que tienen la mayoría de los vecinos: aparcar seguirá siendo gratis. El papel que obtendrán de la máquina será útil para aquellos que ni tienen reloj ni papel y boli a mano. Una controladora confirmó que durante los próximos días se dedicarán a informar y distribuirán impresos explicativos… que aún no han recibido.

Lina, una vecina del pueblo, cree que el Consistorio «debería pensar en los residentes». Critica que ahora tengan que mover el vehículo cada dos horas, algo que, a su juicio, se podría solucionar si les dieran unas tarjetas acreditativas que les eximan de ese requisito.

«Genial, porque no se podía aparcar. Dejan el coche aquí y se van de viaje todo el fin de semana, de manera que los que vivimos en el pueblo no podemos estacionar», opina un vendedor de la ONCE sobre la medida, de la que se enteró por Facebook. Lo que critica es que el enorme aparcamiento disuasorio (a esas horas prácticamente vacío) creado por el Consistorio cerca del hipódromo, entre dos rotondas, carezca de un simple paso de cebra para conectar con las vías que dan acceso al pueblo: «Es un riesgo, no lo entiendo». Toribio Alfaro, otro vendedor de cupones, también está encantado: «Permitirá que se muevan los coches, que a veces dejan aparcados durante semanas o meses en el mismo sitio». Algunos de sus clientes de Vila le cuentan que, desesperados, han dejado de ir a Sant Jordi por el grave problema de aparcamiento que hay en el pueblo. Como otros vecinos en ese momento, ignora si habrá que pagar cuando instalen las máquinas de los tiques: «Sería un fastidio», admite. De momento no habrá tal fastidio.

Muchas plazas libres

Respecto a esa costumbre de usar el pueblo como aparcamiento disuasorio por quienes tienen que coger un vuelo, Carmen García, que trabaja en Casa y Campo, cuenta que el pasado 1 de enero, a las 15 horas, el disuasorio situado junto al colegio «estaba lleno» de coches cuyos dueños se habían ido de vacaciones navideñas. Confía en que ahora, con las nuevas restricciones, dejen de estacionar frente a su tienda las furgonetas (con las ventanillas tintadas) de los taxistas piratas, que, afirma, suelen acaparar muchas de las plazas. García no entiende, no obstante, que haya tantas quejas por el aparcamiento. Tanto en los estacionamientos disuasorios como en muchas calles adyacentes (la de la calle de la Plaça Major, por ejemplo), hay muchos espacios libres, algo que confirma este redactor. Por ejemplo, sobran en el aparcamiento ubicado entre la calle de ses Monges y Margarita Llogat, y eso que buena parte del espacio lo ocupan cuatro grandes autocaravanas. Y en la propia calle de ses Monges, a tiro de piedra de la zona comercial, hay cinco plazas libres a esas horas.

Lo más llamativo es la falta de información que hay entre los vecinos el primer día de funcionamiento de la zona azul: pocos tienen claro que su implantación empiece esa jornada, casi ninguno sabe si habrá que pagar por estacionar y, como en el caso de Antonio, camarero de Sangrantana, los hay que hasta creen que funcionaba desde hacía años.

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