Los expertos revelan si beber agua fría en verano es mejor o peor

En las redes se ha reactivado el debate sobre si el agua fría es mejor o peor que a temperatura natural. Te resolvemos las dudas

Los expertos revelan si beber agua fría en verano es mejor o peor

Los expertos revelan si beber agua fría en verano es mejor o peor / Pixabay

Según los expertos, se recomienda que los hombres mayores de 19 años consuman 3,7 litros de agua al día, mientras que las mujeres deben beber 2,7 litros.

En cuanto a la temperatura a la que hay que hacerlo, lo que está claro es que tanto el agua fría como el agua a temperatura ambiente hidratan eficazmente.

En el deporte

En algunos artículos se puede leer que beber agua fría después de hacer deporte es beneficioso, ya que consigues regular tu temperatura corporal más rápidamente y favorecer la recuperación. Esto no es siempre así, puede darse el caso en algunas personas, pero sí es cierto que beber agua fría después de realizar un ejercicio intenso puede acabar en corte de digestión, a causa del contacto del agua fría con el cuerpo, que se encuentra a una temperatura bastante más elevada en ese momento.

El resultado de este “shock” puede ser una alteración del ritmo cardíaco.

Así pues, lo más adecuado para hacer deporte es beber agua a temperatura ambiente, si puede ser, a pequeños sorbos y de forma frecuente. De este modo, el organismo asimilará mejor el agua.

Temperatura corporal

Cuando tomamos bebidas frías, tanto los vasos sanguíneos como nuestro cuerpo, se contraen y en lugar de extraer los nutrientes de la alimentación, trabajan para regular la temperatura corporal, lo que puede derivar en una pérdida de agua. Además, beber agua muy fría hace pesada la digestión ya que solidifica las grasas y puede derivar en estreñimiento.

Naturalmente, el grado de frío óptimo lo escoges tú y dependerá de cada persona, ya que influirán factores como la sensibilidad dental, o tu tolerancia al frío, aunque algunos estudios consideran que la temperatura óptima del agua que consumimos, debe ser de unos 16 grados, que es la temperatura del agua a la que sale directamente del grifo sin refrigerar.

Cuando hace mucho calor y realmente tenemos sed lo que más nos apetece es tomar un vaso de agua bien fría; sin embargo, debemos evitar los contrastes fuertes de temperatura y no tomarla ni muy fría en verano ni muy caliente en invierno. Tomarla a una temperatura muy baja puede tener un fuerte impacto en nuestro organismo y además ingerirla muy rápido o en grandes cantidades puede causarnos un corte de digestión. Beberla muy caliente está contraindicado en personas con enfermedades cardiovasculares, hipertensión o problemas renales.