Opinión | Para empezar
El desastre de una huelga de basura en Ibiza
Una huelga de recogida de basura en Ibiza es de lo peor que le puede pasar a la isla en plena temporada. Las montañas de basura acumuladas en las calles no solo dan una imagen lamentable, sino que son un foco de ratas, plagas e insalubridad. Por tanto, hay que evitarla a toda costa, y todos los esfuerzos por negociar y mantener tendido el puente del diálogo son pocos. La huelga es un derecho protegido por la Constitución, una herramienta legítima de los trabajadores para mejorar sus condiciones laborales. Pero en un servicio esencial como es la recogida de basura, un paro indefinido debe movilizar todos los recursos posibles para posibilitar un entendimiento. Tras el chasco del viernes, cuando se rompió el acuerdo y comenzó la huelga que en sólo dos días ha llenado de porquería y mal olor numerosos puntos de Sant Joan, Santa Eulària y Sant Josep, el lunes amaneció muy negro, con muy malas perspectivas pues las negociaciones estaban rotas y las dos partes no habían sido capaces de volver a sentarse en todo el fin de semana. Finalmente, a las dos de la tarde se celebró una reunión en el Tribunal de Mediación y Arbitraje convocada por la directora general de Trabajo del Govern y con la presencia de los alcaldes,Vicent Roig, Carmen Ferrer y Tania Marí. En solo tres horas llegaron a un acuerdo, que anoche debían ratificar los trabajadores. Tanto el representante de CCOO como el abogado de las empresas elogian la actuación de los tres alcaldes, a quienes atribuyen el éxito de la negociación, pues han asumido las subidas salariales pactadas, que se repercutirán en las cuentas municipales. Ahora los alcaldes tendrán que dar los detalles sobre cómo impactarán esas mejoras salariales sobre las arcas públicas. Cabe preguntarse si no habría sido posible evitar estos tres días angustiosos de huelga de recogida de basura en una época tan crítica (por la afluencia turística, las altas temperaturas y la repercusión internacional que tiene con la temporada en marcha), si al final parte de los costes los iban a asumir los ayuntamientos. La principal lección que hay que sacar es que ante un conflicto laboral en un servicio público tan sensible es muy arriesgado esperar al último momento para actuar.
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