Opinión | Tribuna

Le Senne recupera la Memoria

Le Senne reactualiza la dictadura que su partido tilda de "poliédrica"

Se abusa de la paradoja que establece que el PP crea independentistas y Urdangarin genera republicanos, ¿o es al revés? Sin embargo, Gabriel Le Senne ha recuperado la memoria histórica como causa noble, en su voluntad de estrangularla públicamente y desde una posición de autoridad democrática. Al despedazar, estrujar con el puño y arrojar fuera de sí la imagen de una mujer ejecutada por el franquismo, no solo escenifica la cobardía intrínseca de la ultraderecha, también obliga a guarecerse ante una amenaza latente que se vuelve presente.

El presidente de un parlamento constitucional que ejerce la violencia, sin mediar amenaza alguna contra su persona, obliga a repensar la vigencia de su planteamiento.

Quienes pensaban racionalmente que Franco estaba muerto, frente a una derecha con el único plan de insuflarle nueva vida y una izquierda que lo emplea de monigote para esquivar problemas reales como la vivienda, deben replantearse el escepticismo. En su actualización del odio a la disidencia, en su dramatización de una realidad subterránea, Le Senne ha hecho más por la memoria histórica que ocho años de sermones progresistas. Incluso quienes defienden en la línea de Chomsky su libertad de añorar los tiempos de los fusilamientos sumarios, deben tomar las precauciones elementales ante la reanudación del tiroteo, de momento virtual.

Le Senne no ha perdido los papeles ni se ha dejado arrastrar por su Mister Hyde, se ha limitado a exponer un programa de acción política desde la presidencia de una institución democrática. Por comparación con la motosierra de su adorado Milei, cabe tildarlo de moderado. Ignorarle supera en irresponsabilidad a concederle una importancia excesiva. Es más fácil rescatar a los muertos que a los vivos, y la utilización errónea de la memoria histórica por la izquierda facilona es una de las raíces del resurgir del franquismo. Enfrente, Le Senne reactualiza la dictadura que su partido tilda de "poliédrica" sin beaterías, su puño cerrado desde el trono confirma que solo nos tomamos en serio lo que nos asusta. En fiel representación de la doctrina de Vox, por supuesto.

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