Opinión | Tribuna

Expectativas indómitas

Una sensación de pérdida de rumbo es lo peor para un banco central

Es chocante que el Banco Central Europeo decidiera anunciar su primer recorte del precio del dinero en ocho años en el mismo acto en el que comunicaba una revisión al alza de sus previsiones de inflación y de crecimiento. La presidenta del BCE, Christine Lagarde, anunció el 6 de junio un recorte de 0,25 puntos de los tipos de interés, hasta el 4,25%, al mismo tiempo que elevaba en dos décimas, hasta el 2,5%, la previsión de inflación en la zona euro para 2024.

Una semana después, la Reserva Federal de EEUU sí se cortó las alas. La Fed decidió no acometer aún su primer recorte de los tipos de interés en su reunión del 12 de junio, la misma en la que también anunció una revisión al alza de su previsión de inflación (del 2,6% al 2,8%).

El principal mandato del BCE es lograr que la inflación se sitúe en el entorno del 2% de la zona euro. Por eso sorprende que anunciara un recorte de tipos al mismo tiempo que se mostraba más pesimista sobre la inflación. No es lógico. Y la razón, seguramente, tiene que ver con el hecho de que los representantes del Banco Central Europeo venían telegrafiando desde hacía meses, con una claridad inusual, la que iba a ser la primera rebaja del precio del dinero en ocho años.

No haber cumplido con lo telegrafiado podría haber desatado un terremoto de incierta contención en los mercados y en las expectativas de los agentes económicos, abocados a pensar: «¿Será que la inflación va mucho peor de lo esperado, y por eso no pueden bajar los tipos?». Y los trabajadores: «¿Si es así, no deberíamos pedir mayores subidas salariales?». Y los empresarios: «¿Si la inflación va a ser más intensa, no deberíamos subir más nuestros precios al consumidor?». Una sensación de pérdida de rumbo es lo peor para un banco central. Mejor asumir el riesgo de una posible decisión fuera de tiempo y ya habrá tiempo de enmendarla. «Hemos tomado la decisión apropiada, pero eso no significa que las tasas de interés estén en una trayectoria lineal descendente», ha empezado a decir ya Lagarde, para no generar expectativas indómitas.

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