Opinión | Desde la Mola

De crisis a crisis

Es la comedia del absurdo más absurdo concebido en política

Este artículo se empezó a escribir el viernes por la tarde, a poco que Carmelo publicara en el online la dimisión de sus funciones administrativas de seis de los siete consellers que todavía las conservaban. Programa especial de Radio Illa, teléfonos echando humo (por wasap, que en Turquía es más caro). Artículo de Silvia Tur con inusitada dureza contra los “causantes” de la situación. No le falta razón, y ¿si además mirásemos a los dos lados? El surrealismo definitorio de Cristina Martín, mi directora, el domingo para desayunar allende los mares. Todo para colocar la situación en su justa medida. Ergo, la comedia del absurdo, más absurdo, jamás concebida en política. El lunes, oído con atención al señor Custodio Navarro, secretario de la institución, que bajó del “Sinaí” con las tablas. Vistas las consecuencias inmediatas y a medio plazo para la ciudadanía inmersa en una temporada naciente, donde se siembran los frutos para sobrevivir con alegría el invierno. El análisis de quien intenta saber, aunque no sepa de la misa a la mitad. Tiene serias diferencias con la dosis de adrenalina del viernes por la tarde. Ahora con tanta información (legal) cabe la interpretación política de la situación. Primero la irresponsabilidad de los consellers dimisionarios al renunciar a sus funciones administrativas, imprescindibles para que el Consell, a modo de ente administrativo, funcione con normalidad (advertencia del señor Custodio Navarro). La derivada de esto sería “donde dije digo, digo diego”, volver a los despachos y remar contra corriente, pero con decisión el resto de la legislatura, eso sí, con cara de “conmigo no va” cada vez que el presidente haga o deshaga. Enmendando la plana las veces que sean necesarias. La segunda es llegar a un pacto con la oposición o parte de ella, dejándose de las cuitas anteriores. Buscando soluciones prácticas a las necesidades administrativas de la isla. Las ideologías sirven para temas transcendentales, estudiados en los tratados filosóficos. Aquí se busca el funcionamiento ágil de la institución y aplicando el sentido común en muchas de las cuestiones que diferencian los proyectos políticos. Las luchas intestinales de los unos contra los otros se quedan en el Congreso de los diputados, donde las palabras “gruesas” no deberían incluirse en horario infantil. El martes, a eso de las once y veinte, después de leer a Carmelo, esta posibilidad está imposible, más que lejos. La reflexión de “no mezclarnos con según quien” me parece lógica en tiempos de normalidad institucional. Tal como están las cosas, nos merecemos, un darle otra vuelta señor Ramírez, que usted sabe de esto.