Opinión | Para empezar

«Con el abuelo no se podía». Palabra de Dionisio

Llego a votar a mi colegio de Can Ventosa y me encuentro a mucha gente conocida. Las mesas están más o menos ocupadas. Buena señal. Y me topo con la enorme sonrisa de Dionisio Rodrigo. Conquense de «cien años y dos meses», sesenta de los últimos en Ibiza, considera que votar es un privilegio. Lo sabe bien porque tuvo que sufrir esa abominable y oscura dictadura de Francisco Franco que ahora muchos, por ignorancia o falta de memoria, o simplemente por tocar las narices, alaban como un presunto compendio de virtudes. Qué poca vergüenza. Dionisio ha visto muchas cosas a lo largo de su vida y sufrió ese terrible episodio de falta absoluta de libertades. Por eso valora el hecho de votar: «Antes, con el abuelo no se podía», recordaba antes de depositar su papeleta en una de las urnas. La jornada empieza bien.

Antes de llegar a Es Diari me detengo en un súper para comprar mi dosis diaria de café. El cajero, un chaval joven, me despacha con un sucinto: «Eso no va conmigo», cuando le preguntó si votará. Otro conocido, de no más de 25 años, que me cruzo antes de entrar en la Redacción me responde más o menos lo mismo: «¡Buf! No entiendo de política y paso de esas cosas». Este pasotismo no es nuevo entre la juventud. Siempre ha existido, en mayor o menor medida. Pero ahora preocupa más que nunca por la peligrosa coyuntura por la que atraviesan España y Europa. Más allá de la lucha sempiterna entre los partidos tradicionales, en esta ocasión los esfuerzos de los demócratas se centran en intentar frenar la amenazante ola ultraderechista. Hasta ese punto hemos llegado. Seguro que por ignorancia y falta de memoria, claro, pero algo más habremos hecho mal para que el populismo barato (también de la ultraizquierda) esté ganando adeptos a una velocidad endiablada. La memoria recorre espacios cortos y casi nadie recuerda por ejemplo la Segunda Guerra Mundial y nuestra sangrienta Guerra Civil. Escribo esto antes de que se cierren los colegios electorales. Confío en el sentido común de los europeos. Ya saben, el menos común de los sentidos en política...

Suscríbete para seguir leyendo