Opinión | Para empezar

Mientras sigan viniendo...

Mientras sigan llegando los trabajadores necesarios para que Ibiza no colapse, por muy infectas que sean sus condiciones de vida, no meterán mano a la vivienda. En esta isla en la que se ha pasado de anunciar balcones o corrales a comercializar hasta la sombra de un algarrobo perdido en el campo para que el desgraciado de turno estire el colchón, la derecha en el poder (como durante años hizo el Pacto), ni se plantea atajar la especulación.

Nos venden, como a pardillos, el mantra de la «seguridad jurídica a los propietarios» entre los posibles parches. Y no niego que sea necesaria, pero quién nos asegura que los hipotéticos pisos que saldrían al mercado entonces no vayan a hacerlo también a precios desorbitados, «porque yo no soy menos que mi vecino». Las garantías al casero no son por sí solas antídoto contra la codicia. Otra de las respuestas es ceder suelo público a empresas privadas para que levanten vivienda de alquiler al precio «limitado» de 900 euros, una ‘bicoca’ «al alcance» de familias monoparentales, pensionistas o simples currantes con sueldos que no llegan a los 1.500 euros y cargas. O abrir oficinas del Govern para abonar con el dinero de todos la diferencia entre una renta razonable y las que se están cobrando, en lo que no deja de ser una transferencia de fondos públicos a los bolsillos de los especuladores. Más productivo veo el acoso a los pisos turísticos, pero parece que las ganancias, libres de impuestos, compensan a muchos el riesgo. ¿Para cuándo multas también a los turistas que se alojan en ellos y alimentan egoístamente el drama? Multiplicar las inspecciones de Hacienda a los parásitos que arriendan o realquilan, que son tropa, en negro (y sin embargo no se cortan de usar las infraestructuras y servicios públicos que pagamos los demás) tampoco estaría mal.

No hay soluciones fáciles, lo sé, pero existen. Aplicar topes de precios, limitar la compra de vivienda en las islas a no residentes «por razones imperiosas de interés general» y, sobre todo, frenar de una vez, son el principio. Ibiza son 571,6 kilómetros cuadrados y tierra sedienta. Crecer es destruirla.

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