Desde la Mola

Hablamos de ecología

Sin ser experto y mucho menos ducho intelectualmente en el significado ‘ecologista’, pero sin querer entender posturas maximalistas y excluyentes de algunos ‘talibanes’, sí que comprendo (poniendo el dedo en la llaga como Santo Tomás) que existan posturas diferenciadas en eso de ser o parecer ecologista. Paseando con ganas de observar, porque viajar es integrarse lo mejor posible en las sociedades que visitas (superficialmente, claro) uno se da cuenta de cómo viven algunos y cómo vivimos otros todo lo que rodea al ecologismo. Ya no se trata de reciclar, de una vida sana, de asimilar lo del cambio climático, lo de educar en el ecologismo a unos niños y jóvenes más pendientes del móvil que de dar cuenta de las verduras del tiempo por aquello de contribuir a la mejora del planeta (me ha quedado de cine). Llegamos a la Selva Negra (Alemania, ya saben) con viento, frío y cielo plomizo, abrigados y con paraguas en ristre. Pues miren por donde, lo primero que me fijé, especialmente al salir de Friburgo, es en la cantidad de tejados a los que se les ha añadido a los del abuelo, toda una serie de paneles solares para aprovechar las horas de sol (uno se pregunta ¿cuántas? Y alguien en su sabiduría le responde que las posibles, sin que se escape un rayo). Respuesta de mucha profundidad para un “analfabeto ecológico’’ que observa la cantidad de estos elementos en casas, granjas, comercios y naves industriales. Unido todo ello a esos molinos de viento con baterías que cargan en su central al uso. Para aliviar a nuestro aire el monóxido carbónico de tanta energía sucia y cambiarla por una ‘blanca paloma’. Pues sí, paseando por aquí donde amanece a eso de las 9 y se pone a las 15.39 te das cuenta que en algunos países nos llevan años luz (nunca mejor dicho) en eso de las energías renovables.

Un rayo de sol, aunque sea de vez en cuando o una ráfaga en medio del mar son suficiente motivo para dedicarle inversión económica, que aquí dicen inversión en salud. Por si se quedan cortos, le añaden la bici como elemento nuclear del transporte personal. Llueva, haga frío (a 2 grados hoy) o un viento de justicia allá que andan ellos, y sus vástagos encerrados en un carrito para que no se mojen o se resfríen… Viendo los parques de bicis en lugares estratégicos, solo me queda preguntarme ¿cuál es la mía? Porque encontrarla es todo un misterio.

Suscríbete para seguir leyendo