Para empezar

Llámenlo amor

Si uno lleva mucho tiempo sin leer nada que le exalte, cuando por fin se produce esa conexión inesperada el chispazo que se enciende es parecido a la excitación del enamoramiento y, de la misma manera, uno necesita proclamarlo a los cuatro vientos. Parecido al amor es lo que he sentido al descubrir los libros de Annie Ernaux. Primero ha sido ‘Los años’, después ‘Mira las luces, amor mío’, ‘No he salido de mi noche’ y ‘El acontecimiento’, y los que me quedan porque, afortunadamente, todo lo que se ha traducido de esta mujer está en las bibliotecas públicas de Ibiza. Y ahora que la he descubierto necesito leerlo todo de ella, saberlo todo de ella, y vivo en una especie de exaltación emocional. Es algo parecido a lo que experimenté hace tres veranos -el verano es un momento propicio para pasiones así- cuando descubrí a Mariana Enríquez con ‘Las cosas que perdimos en el fuego’ y luego leí en estado febril ‘Nuestra parte de noche’ sintiendo que un rayo me estaba atravesando. También he descubierto el Mixcloud de Miguel Agnes y, solo el hecho de imaginar que allí me esperan horas y horas de música bellísima, extraña, seductora y desconocida, me sacude la felicidad como si fuera un adolescente. Si estos días me ven levitando, ya lo saben, es por algo que incluso lo pueden llamar amor.

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