El avance de la ultraderecha

Alternativa para Alemania (AfD): ¿partido nazi o formación "extremista"?

La fuerza que lidera Alice Weidel fue la segunda fuerza más votada en las europeas y ha arrasado en los territorios de la antigua RDA y entre los jóvenes

Los líderes de Alternativa para Alemania (AfD), Alice Weidel y Tino Chrupalla, celebran el resultado obtenido en las elecciones europeas de este domingo.

Los líderes de Alternativa para Alemania (AfD), Alice Weidel y Tino Chrupalla, celebran el resultado obtenido en las elecciones europeas de este domingo. / EFE

Gemma Casadevall

"Los resultados de las elecciones harán despertar a mucha gente, verán que los nazis han resultado reforzados y que hay que luchar por la democracia", aseguró el líder de los socialdemócratas alemanes, Lars Klingbeil, en la tertulia televisiva de la noche electoral de este domingo. "¿A quién se refiere?", preguntó, a su lado, su homóloga de la ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD)Alice Weidel. "Ya sabe a quién. A la AfD y a usted", prosiguió el jefe del partido del canciller Olaf Scholz"¿Nos está llamando nazis?", insistió con rostro enojado Weidel. "Sí", fue la escueta respuesta del socialdemócrata.

La escena ocurrió en la llamada "ronda de los elefantes", la tertulia entre los líderes de los grandes partidos de la noche electoral. Por entonces se sabía ya que la AfD había quedado en segunda posición, solo superada por el bloque conservador de Ursula von der Leyen y por delante de los socialdemócratas. El conteo final dio un 30% a los conservadores, frente al 15,9% de la AfD y el 13,9% para el partido del canciller.

"Estamos acostumbrados a que se nos insulte llamándonos nazis. Pero el elector tiene otras preocupaciones", sentenció este lunes Tino Chrupalla, compañero de Weidel en la cúpula bicéfala de la AfD, mientras ella consideraba que lo de Klingbeil era una "inmadurez política" propia de un mal perdedor.

La "ronda de los elefantes" ha dado abundantes ejemplos de confrontaciones en caliente. Legendaria fue la de 2005, cuando el socialdemócrata Gerhard Schröder le negó a la conservadora Angela Merkel la victoria que le habían dado las urnas. El calificativo de "nazi" por parte de Klingbeil tenía un punto de arrogancia, aunque sin llegar al nivel exacerbado de Schröder, incapaz de creer en su derrota.

Ideología ilegal

Llamar nazi o neonazi a la AfD no es algo nuevo, aunque suele hacerse en términos coloquiales. Al cabecilla de su ala más radical, Björn Höcke, se la ha calificado de "fascista", sin que a la justicia le haya parecido ilegítimo el término. Sin embargo, en rigor, un partido nazi o heredero del NSDAP de Adolf Hitler no podría ser legal en Alemania. La AfD está bajo observación de los servicios secretos en tanto que formación "extremista" y con vínculos con el neonazismo. El resto del espectro parlamentario alemán la rechaza como aliada y además está aislada del conjunto de la extrema derecha europea.

Su cabeza de lista en estas europeas, Maximilian Krah, quedó excluido por la cúpula de la AfD del futuro grupo de la Eurocámara, a raíz de los escándalos repetidos por haber blanqueado a las SS hitlerianas y por sospechas de corrupción. Sus escándalos disuadieron tal vez a parte del electorado. Pero no han impedido a la AfD alzarse con la segunda posición a escala nacional o incluso al primer puesto en el este alemán, donde supera el 30% de los votos.

Todo el territorio de la antigua Alemania comunista es ahora dominio azul, el color identificativo del partido. En septiembre aspira al triunfo en los comicios regionales de esa mitad del país. Ha arrasado en el voto joven, en un país donde por primera vez se rebajó la edad mínima para votar a los 16 años. La generalización lanzada por el líder de la socialdemocracia alemana es peligrosa, no solo para su propio partido, sino para el conjunto de la sociedad de país.

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