Conflicto en Oriente Próximo

El reconocimiento de Palestina abre el debate sobre posibles sanciones contra Israel en Bruselas

La medida adoptada este martes por España, Noruega e Irlanda es una constatación de que la política de incentivos ha pasado temporalmente a mejor vida

Imagen de archivo de la bandera de Palestina

Imagen de archivo de la bandera de Palestina / GOBIERNO DE ASTURIAS

Ricardo Mir de Francia

Dos años después de que Israel librara su primera gran guerra en Gaza, bautizada con el nombre de Plomo Fundido, el entonces ministro de Defensa israelí, Ehud Barak, advirtió que su país estaba a las puertas de un “tsunami diplomático”. “Hay un movimiento internacional para reconocer un Estado palestino en las fronteras de 1967. La deslegitimación de Israel está en el horizonte, por más que sus ciudadanos no lo vean”, dijo en 2011 el todavía líder laborista. Aquel tsunami nunca llegó. Europeos y estadounidenses siguieron apostando por ofrecer incentivos al Estado judío para que cesara la colonización y se sentara a negociar la paz con los palestinos, una estrategia completamente estéril que muchos han empezado a replantearse ante la devastación en Gaza y sus reticencias a plantear un horizonte político para la posguerra. El reconocimiento unilateral del Estado palestino es solo una de sus manifestaciones. 

La medida adoptada este martes por España, Noruega e Irlanda es una constatación de que la política de incentivos ha pasado temporalmente a mejor vida. Parte de Europa quiere cambiar la zanahoria por el palo al ver que Israel simplemente no está interesado en soluciones constructivas a la debacle en curso, como ha demostrado al ignorar la suculenta oferta estadounidense para normalizar sus relaciones con Arabia Saudí a cambio de un compromiso para solucionar la cuestión palestina. Esa Europa se ha hartado de la intransigencia israelí. De sus sabotajes al derecho internacional, reflejado en el modo en que ha ignorado las medidas cautelares de la Corte Internacional de Justicia, que le ordenó la semana pasada que detenga “inmediatamente” su operación militar en Rafah ante el riesgo de “destrucción física de los palestinos”. O en la determinación de Netanyahu para enterrar definitivamente la solución de los dos estados, la misma que el reconocimiento busca mantener vida, según han declarado sus principales protagonistas.

Otros países como Francia y Reino Unido, férreos aliados de Israel, han declarado su disposición a seguir los pasos de Madrid si Israel sigue sin escuchar a sus aliados. Pero, por sí solo, el reconocimiento no cambiará nada sobre el terreno, por más que refuerce las bazas diplomáticas de los palestinos. Palestina no es hoy más que un cascarón institucional sin soberanía a merced de las autoridades ocupantes. Sin control de sus fronteras, de su espacio aéreo, de sus recursos naturales o de su derecho a comerciar libremente. 

Embargos y sanciones

“Si bien el reconocimiento es importante, en realidad no aborda las raíces del problema”, asegura a este diario la abogada Diana Buttu, exportavoz de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP). “Quizás hubiera sido mejor que España preservara su capital político para tomar medidas efectivas sobre el terreno, como un embargo de armas a Israel, el boicot de los productos de los asentamientos o la criminalización de las empresas españolas que operan en los territorios ocupados”. En Europa algunos empiezan a planteárselo seriamente. “Por primera vez en una reunión de la UE, he visto una discusión sustanciosa sobre sanciones (a Israel)”, dijo el lunes el ministro de Exteriores irlandés, Michael Martin, refiriéndose a la reunión del Consejo de Asuntos Exteriores. 

Unas posibles sanciones que se abordarían en caso de que el Estado judío ignore las medidas cautelares para detener la operación en Rafah, como ha hecho hasta ahora, al bombardear los campamentos de desplazados y llevar sus tanques hasta el corazón de la ciudad, con decenas de inocentes vapuleados por el camino. “Hubo un claro consenso respecto a la necesidad de defender las instituciones jurídicas humanitarias”, añadió el irlandés.

Productos de los asentamientos

Solo dos semanas antes el primer ministro belga había defendido que se prohíba la entrada en la UE de los productos israelís salidos de los asentamientos ilegales de Cisjordania. “Estamos buscando otros socios para enviar una clara señal de que lo que sucede en Cisjordania es inaceptable”, dijo el belga Alexander de Croo. Desde el 7 de octubre colonos y militares israelíes han acelerado allí su campaña de limpieza étnica, acompañada por la mayor expropiación de tierras palestinas desde 1993, según Peace Now. 

Falta ver si esta vez a Europa no le temblará la mano. Las diferencias entre sus países miembros son notorias, aunque algunos tabúes se están rompiendo, como las simbólicas sanciones impuestas contra un puñado de colonos radicales y las organizaciones que les apoyan. De no adoptarse medidas de presión adicionales, se corre el riesgo de que el reconocimiento no sirva más que para normalizar la ficción del Estado palestino de cara a la opinión pública mientras Israel sigue apropiándose de su territorio y expulsando a su población indígena. Netanyahu ya dejó muy claras sus intenciones el pasado mes de enero. “En el futuro, Israel tendrá que controlar la zona completa desde el río hasta el mar”. O dicho de otra forma, toda la Palestina histórica.

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