Drama de la vivienda

«Los guardias civiles de Ibiza no tienen el mejor estado de ánimo para trabajar»

Durante el día de hoy llegarán a la isla 35 agentes destinados y todos ellos contarán con una vivienda provisional o definitiva en la que alojarse, según la Asociación Española de Guardias Civiles

Un agente de la Guardia Civil junto a un coche patrulla saliendo de los juzgados de Ibiza.

Un agente de la Guardia Civil junto a un coche patrulla saliendo de los juzgados de Ibiza. / J.A.RIERA

Ángela Torres Riera

Ángela Torres Riera

La situación de la vivienda en Ibiza y la falta de personal en plena temporada turística no dejan de mermar el estado de ánimo de las plantillas de la Guardia Civil, con muchos profesionales, ahora mismo, de baja. La combinación de estos factores provoca que la inseguridad de los agentes crezca con el aumento de visitantes y el incremento de los niveles de delincuencia. Los agentes de la isla se ven obligados, así, a hacer un «sobreesfuerzo» continuo que termina agotándoles en muchos de los casos.

«Los guardias civiles de la isla no tienen el mejor estado de ánimo para trabajar», observa Iván Fidalgo, delegado de la Asociación Española de Guardias Civiles (AEGC) en las Pitiusas. «Al final, donde hay falta de personal, hay unas exigencias no retribuidas, por lo que la perspectiva individual de los guardias es pesimista», indica Fidalgo.

Aunque durante el día de hoy llegarán a la isla para incorporarse a la plantilla 35 agentes nuevos, las bajas laborales son una «realidad», dice. Además, muchos de estos efectivos nuevos vienen de manera forzosa.

No vendrán, por otro lado y como ya se anunció antes de que arrancara la temporada turística, guardias en prácticas que acaben de salir de la academia, ya que este año han empezado un poco más tarde que los anteriores. Se incorporarán, en cambio, alrededor de octubre, aunque se desconoce aún la fecha exacta.

Repartir estopa y marcharse

A pesar de las buenas noticias, el contexto en Ibiza es un caldo de cultivo perfecto para que los agentes estén insatisfechos.

«Los refuerzos del verano (en referencia a los cuerpos de élite) vienen a repartir estopa, calientan a la gente, y luego cuando se marchan las quejas de la población nos las comemos nosotros, los que nos quedamos», lamenta uno de los guardias residentes en Ibiza, que no quiere revelar su identidad.

En su caso, llegó hace cuatro años y hace poco le echaron indirectamente del piso en el que vivía en la zona de Cala de Bou al duplicarle el propietario el precio del alquiler. Pagaba 900 euros pero se lo subieron a 1.800 para destinar la vivienda al alquiler turístico, una situación que en las Pitiusas se repite con frecuencia.

La percepción de que sus condiciones laborales son «nefastas» se acrecienta cuando las compara con las de sus compañeros que vienen comisionados. Esto es, con dietas mucho más generosas que las que percibe el resto de la plantilla con permanencia en la isla.

Cuando llegó, recuerda, los delincuentes robaban Rolex en Platja d’en Bossa de un tirón. «Ahora, con la poca presión policial que hay, te sacan un cuchillo o una pistola y lo que antes era un hurto, ya se convierte en un robo con violencia», lamenta.

«¿Qué pasa? Que muchos nos vamos», afirma con contundencia, «para que me den palos y me quiten el pan aquí me quedo en mi casa [en la Península]», añade. La falta de personal les pone continuamente en tesituras difíciles. El agente cuenta como en una ocasión, mientras estaba fuera de servicio, se vio obligado a intervenir en un bar y terminó acusado por un delito de lesiones. «Eso en Teruel, por ejemplo -donde está pensando marcharse- no te ocurre, porque hay profesionales de sobra», compara.

«Aquí, en Ibiza, se puede detener fácilmente a unas diez personas durante cada servicio», apunta. Eso sí, no siempre es posible porque un arresto obliga a paralizar el resto del trabajo, por lo que se les obliga a comparecer ante la comisaría y luego ante el juzgado.

Esto durante los turnos infernales que a veces tienen. En su argot, se considera un «triplete» cuando el turno sigue esta secuencia: tarde (de 14 a 22 horas), mañana (de 6 a 14 horas) y noche (de 22 a 6 horas). «Y si te tocan tres noches seguidas es un triplete de campeones», sigue.

El guardia también lamenta que ahora que algunos de sus compañeros que están de baja, muchos por «estrés laboral», continúen ocupando las casas entregadas en su momento en la isla y que durante el tiempo de permanencia en el destino consiste en su «vivienda habitual».

Todos los guardias que tienen previsto llegar hoy a Ibiza cuentan con una vivienda en la que se alojarán ya sea de manera provisional o permanente durante su estancia, según explican desde la AEGC.

«Parece que nuestra insistencia por que no haya nadie durmiendo en un coche o en una furgoneta al final ha surtido efecto», manifiesta Fidalgo. En ese sentido, la asociación ha agradecido la colaboración de los ayuntamientos de la isla que han proporcionado recursos, como el de Sant Antoni con el casal de Sant Mateu. Así como el apoyo por parte de los altos mandos de la Guardia Civil.

«En esta ocasión se han implicado para encontrar soluciones que el Ministerio del Interior debería haber adoptado para revertir la situación de la vivienda», continúa el portavoz. A pesar de que a los destinados siempre se les intenta «echar un cable» esta es la «primera vez» que las reclamaciones de la plantilla han llegado a puerto y que, como institución, se ha hecho algo al respecto, termina.

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