Fin de la huelga de basuras | Vuelta a la normalidad

La alegría de despertar con el camión de la basura

1. Un barrendero en Platja d’en Bossa. 2.Isla de contenedores cerca de una discoteca que rebosaba de basura estos días. 3.El papel y los envases está siendo los último que se recoge. FOTOS de MARCELO SASTRE 4.Bolsas de basura y enseres acumulados ayer  por la tarde en una carretera secundaria cercana a Sant Agustí. 5. Acumulación de basura en Cala Vedella.FOTOS de EMMA SUÁREZ

1. Un barrendero en Platja d’en Bossa. 2.Isla de contenedores cerca de una discoteca que rebosaba de basura estos días. 3.El papel y los envases está siendo los último que se recoge. FOTOS de MARCELO SASTRE 4.Bolsas de basura y enseres acumulados ayer por la tarde en una carretera secundaria cercana a Sant Agustí. 5. Acumulación de basura en Cala Vedella.FOTOS de EMMA SUÁREZ

Isaac Vaquer

Isaac Vaquer

«Todas las madrugadas me despierta el camión de la basura, pero desde el viernes pasado no lo escuchaba. Si te soy sincera, hoy me ha dado alegría despertarme con él a las cinco de la madrugada. Mañana ya veremos», ríe Luisa Costa.

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Las calles del pueblo de Santa Eulària amanecen sin las acumulaciones de bolsas de basura que ya empezaban a oler en todos los rincones del municipio. Los trabajadores han acordado con la empresa Herbusa que se pondrán las pilas para que la huelga se olvide rápido.

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Del contenedor de envases y papel que Luisa tiene delante de casa todavía rebosan residuos que dan fe de lo que ha pasado este fin de semana, pero estos no huelen. Su mayor temor si el conflicto se prolongaba era sufrir durante días el aroma de la basura al calor del mes de julio.

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En todo lo que es el núcleo urbano de Santa Eulària nadie diría que acaba de concluir una huelga de basuras de tres días. No son muchos, pero la acumulación de bolsas fuera de los contenedores ya era superior a lo que había en su interior. Las zonas urbanas, más concurridas, parece que han sido prioritarias para el plan de choque elaborado por la empresa a instancia de los técnicos municipales.

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Fuera del pueblo, en cambio, la resaca de la huelga de basura todavía es evidente. En la carretera que lleva a Sant Carles, en un camino a la altura del comercio emblemático Can Andreuet las bolsas casi esconden los contenedores. «Parece que por aquí todavía no les ha dado tiempo», comenta una vecina con tono de impaciencia, aunque dice entender que se haya empezado por los entornos urbanos.

El civismo de Puig d’en Valls

En el pueblo de Puig d’en Valls tampoco se aprecia a simple vista el impacto de la huelga de basura. Todo está recogido y los alrededores de los contenedores limpios, pero es que los propios vecinos, al menos en el entorno de la iglesia, dicen que el impacto del conflicto laboral apenas se ha notado.

«En estos contenedores de aquí no he visto en todo el fin de semana ni una bolsa fuera de los contenedores», explica Manel mientras atiende la barra del bar Can Barruguet.

«En el parque nuevo también ha estado siempre todo limpio», comenta una vecina que se suma a la conversación. La limpieza del entorno de un parque infantil se puede achacar a los servicios mínimos, pero no saben cómo se ha mantenido limpio el centro del pueblo.

En la calle Vicente Marí Mayans, un hombre que toma algo frente al Triplex Café Prensa dice que tampoco ha visto impacto de la huelga de recogida de basuras. «Y eso que paseo bastante por el pueblo y hablo con la gente», añade.

Tampoco han desbordado los contenedores que hay en el entorno del Centro de Mayores de Puig d’en Valls. En el bar, Ángeles recuerda que el Ayuntamiento pidió responsabilidad para que los ciudadanos tirasen el menor número de residuos a los contenedores. «Igual nos tendrán que dar un premio al civismo», ríe. Aun así, dice que una vecina que vive en el Camí Vell de Sant Mateu, sí le dijo que había algunas bolsas fuera de los contenedores que había cerca de su casa.

Un aroma insoportable

Donde sí se notó la huelga de recogida de basura fue en el entorno de Sant Jordi. Por la zona de Can Raspalls, donde Manel suele pasear con su perro, se acumulaba «tanta basura que no se podía ni pasar por la acera», explica. «Esta mañana ya está recogido todo», celebra, «pero el lunes tuve que coger al perro y pasar por la carretera».

En el mismo municipio de Sant Josep, en el barrio de Can Bellotera, también se nota el paso del servicio municipal de limpieza. «Menos mal que el domingo no abrimos, pero ayer estaba que...telita», dice Jordi del bar Can Bellotera. Los contenedores que tienen junto al bar ya rebosaban «y con aviso de la Guardia Civil de que no sacásemos la basura», añade, «pero cómo iba a tener yo la basura que genera un bar ahí dentro», dice señalando el interior.

Al otro lado de la carretera, en la Tienda Can Bellotera también se temían lo peor. En la ristra de contenedores que tienen en frente acumulan la basura una pescadería, una carnicería, un restaurante, un supermercado y ellos mismos. El olor de los perecederos en descomposición ya era nauseabundo.

«¿Han desconvocado ya?»

«Hoy lo han retirado, al menos el orgánico y las bolsas de basura que había por alrededor que era lo que cantaba... ¡y que todavía canta!», dice Pepita, la encargada de la tienda, respecto al olor que ha quedado. «¿Es que se ha desconvocado ya la huelga? ¿Ya lo han arreglado?», pregunta. «Pues menos mal», dice ante la buena nueva, «porque no sé cómo lo hubiéramos aguantado». «Lo tenían que haber solucionado antes», comenta una trabajadora, «les cuesta soltar la pasta, ¿eh?»

Mientras la mayor parte de las zonas ya ofrecen otra cara, algunos de los puntos más alejados de los municipios todavía muestran la ingente tarea que tendrán los trabajadores de Herbusa y la UTE Es Vedrà.

«Sabemos que vamos a tener mucho trabajo para recogerlo todo, pero es lo que cuesta defender nuestros derechos laborales», contaba un trabajador la madrugada del lunes.

En el caso de Sant Josep, algunas de las urbanizaciones del entorno de Sant Agustí ayer por la tarde todavía tenían montañas de basura.

Lo cuenta Emma Suárez, que ayer se fue con su marido y sus dos hijas a la playa de Cala Vedella. «Cuando salimos de casa en Cala de Bou, casi todo estaba recogido, pero según nos acercábamos a la playa ya empezamos a ver montañas de basura», explica.

Muestra las fotos en los alrededores de Sant Agustí y ya en la bajada a la playa. «Con la cantidad de basura que había no me extraña, habrían sido unos fuera de serie si les hubiese dado tiempo a recogerlo todo en una noche», señala comprensiva.

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