Religiosos

La última misa de Peters en Ibiza: «Necesito distancia y aire fresco»

El párroco de Sant Antoni celebró ayer su última misa en Ibiza. Hoy, a las 12 horas, parte en barco a Denia para desde allí viajar hasta Asturias, donde ejercerá su ministerio.

Torres Peters entra en la iglesia de Sant Antoni para dar su última misa en Eivissa.

Torres Peters entra en la iglesia de Sant Antoni para dar su última misa en Eivissa. / Daniel Espinosa

José Miguel L. Romero

José Miguel L. Romero

El templo de Sant Antoni se llenó ayer para despedir a su párroco, Francesc Xavier Torres Peters, que esta mañana marcha hacia Asturias para ejercer allí como sacerdote en una parroquia aún por concretar durante al menos tres años. Ordenado el 4 de julio de 1992, estaba al frente de la parroquia de Sant Antoni desde 2018. Desde 1996 era, además, delegado diocesano de Liturgia y Patrimonio, así como canónigo de la Catedral desde 2005. Culto y conocedor de la historia de las Pitiüses, ha recibido en tres ocasiones los Premi 8 d’Agost que otorga el Consell de Ibiza.

¿Adónde se va?

A la diócesis de Oviedo. Parece ser que estaré en la zona de Occidente, la que da a Galicia. Todavía no tengo el nombre concreto de la parroquia que me corresponderá. Cuando llegue tendré que hablar con el vicario.

¿Estará cerca de La Caridad, donde Pedro Miguel López, que fue párroco en Ibiza, la última vez en Jesús, ejerce y del que es amigo?

Bastante cerca.

¿Por qué se va de Ibiza?

Porque necesito un cambio. Necesito tomar distancia y aire fresco.

¿Cuándo tomó esa decisión?

Llevaba mucho tiempo deseando salir de Ibiza. Mi primer objetivo era ir al Reino Unido, pero el Brexit desbarató ese plan laboralmente. Antes, cuando estaban en la Unión Europea, te reconocían allí la cotización en España, y viceversa, pero ya no. Y llevo 32 años cotizando. No es como para perder eso. Y, además, dentro de España el ambiente es más afín, la adaptación será mucho más sencilla que si hube ira ido allí. Aprovechando que Pedro estaba en Asturias, fui a visitarlo varias veces, lo que me permitió conocer aquello y a su gente, muy buena y sencilla. Y el ambiente eclesial y clerical allí es muy sano. Fui meditándolo y al final me decidí.

¿Ya habló con el arzobispo de Oviedo, Jesús Sanz Montes, para poder ejercer allí?

Pedí audiencia con el arzobispo, a la que me acompañaron Pedro y don Carlos, un sacerdote venerabilísimo de allí, de más de 80 años. Estuvimos hablando con franqueza y él fue muy acogedor conmigo. Me dijo que era bienvenido y que cuando quisiera podía ir allí. Luego hablé con el obispo de las Pitiüses, Vicent Ribas, para que diera su consentimiento y beneplácito.

Y se lo dio.

Claro. Si no, habría hecho por tener su visto bueno. Un obispo se pude negar, pero no si no existe un motivo serio. No sería lo normal.

¿Y qué motivo le dio usted?

La necesidad, por motivos personales, de un cambio…. Vamos a dejarlo ahí.

Pedro Miguel López se fue a Asturias hace ya dos años. Con usted ya son dos...

Y se fue también el párroco de Sant Jordi. Y no creo que yo sea el último.

¿Pero qué motivos tienen?

Yo estoy muy bien en Sant Antoni en general, y creo que la gente también lo está, en general, conmigo. Pero si uno está mal por otros motivos, lo que hay que hacer es alejarse de esas razones y buscar un poco de paz y de tranquilidad. Me voy porque quiero, pero si las circunstancias fueran otras no me iría, eso está claro.

¿Cómo es su relación con Vicent Ribas, el obispo de las Pitiüses?

Es correcta.

¿Frustrado por no seguir en Ibiza?

Soy el sacerdote en activo más antiguo de la diócesis. Llevo 32 años con una trayectoria más o menos correcta, si no brillante. Frustrado no porque nunca he aspirado a nada que no fuera de mi alcance, pero no es bonito tener que dejar tu isla.

Como delegado diocesano de Liturgia y Patrimonio desde el año 1996, lleva el archivo de la diócesis y es un gran conocedor, si no el que más, de sus tesoros patrimoniales. ¿Y ahora?

Últimamente no era delegado de Liturgia y Patrimonio. Desde que se fue el anterior obispo, Vicent Juan Segura, no he recibido ningún nombramiento de nada...

Pero usted aparece como tal en la web del obispado. De hecho, esta misma mañana he vuelto a ver que ostenta ese cargo.

Les dije que lo quitaran de ahí. Cuando me convocaban por esa razón les indicaba que yo ya no era delegado de nada. En cuanto se va un obispo, en este caso Vicente Juan Segura, cesan todos los cargos, excepto los párrocos y los canónigos. Si cuando llega el nuevo obispo este no te confirma en el cargo o te da un nombramiento nuevo, no eres nada. Y yo no he recibido ningún nombramiento de nada.

¿Quién se hará cargo del archivo diocesano?

De momento, di un cursillo acelerado a la canciller, María Fernanda Roa, para que sepa, más o menos, lo que hay allí.

Ha sido párroco del Roser, de Sant Jordi y de Sant Antoni. ¿Cómo fue su experiencia en esas parroquias?

Primero estuve de vicario en el Roser. Después, 11 años en Sant Jordi; 12 en el Roser, y cinco años y nueve meses aquí. Tengo grandes recuerdos de todos estos lugares, así como amistad con gente que sé que me quiere mucho. De hecho, anoche vino aquí [a Sant Antoni] un buen grupo del Roser para despedirse de mí.

¿Le han merecido la pena esos 32 años ejerciendo como sacerdote?

Sin duda. No hay carne sin hueso, pero sí. Todo enseña, incluso las peores experiencias, las más amargas, ayudan a madurar y ver las cosas de otra manera.

¿Volverá? Y no me refiero de visita.

No soy MacArtur, no sé si volveré. La cuestión será si las circunstancias cambian. Se verá. Mientras tanto, espero y aspiro, ya asentándome y tranquilizándome por allá, a poder seguir estudiando y escribir sobre la historia de las Pitiüses. Tengo un gran archivo de lo que he recogido todos estos años. La historia de estas islas es una de mis pasiones, y creo que una de mis obligaciones.

«Preapertura» de un museo con las «joyas» de la parroquia de Sant Antoni

Pocas veces, el templo de Sant Antoni estuvo tan concurrido un domingo por la mañana como ayer. El Coro Rociero, la Colla de Sant Antoni y el coro parroquial pusieron la música y el baile (este, ya fuera del recinto religioso) a la despedida de Francesc Xavier Torres Peters, que ni siquiera se perdió el alcalde,Marcos Serra, y el edil de Participación Ciudadana, Jorge Nacher, que le entregaron un regalo al acabar la misa, igual que la Colla de Sant Antoni (en su caso, una foto enmarcada del puerto de Vila). Ya en los momentos finales de la liturgia, el vicario, Vicente Baudilio Piedra, elogió la labor y humanidad de Peters. Luego, este pronunció unas palabras, acogidas por fuertes aplausos: «En Sant Antoni me he sentido como en casa. Si me voy no es porque tenga nada, absolutamente, contra esta parroquia, y espero que nadie tenga nada lo suficientemente serio contra mí. Sencillamente es que, por motivos personales, tengo que coger distancia, necesito aire fresco. Hay otras almas a las que salvar. Si el Señor me quiere allí, allí estaré».

Al acabar la misa, Peters hizo una «preapertura» del futuro museo parroquial, ubicado en el porxo de Cas Mossènyer, en el que se exponen diversas piezas que ha encontrado en el templo y que en algunos casos se remontan al siglo XVI, como un banco-caja de madera. Entre los objetos que pueden ser allí vistos y para los que aún falta la cartelería figuran, entre otros, un tapiz inglés del siglo XIX cuya procedencia se desconoce; restos del púlpito y de los retablos destruidos durante la Guerra Civil; un Eccehomo del siglo XVIII; un calvario de Ignacio Angulo Clará; un exvoto del XVI, «una joya», según el sacerdote, en la que aparecen galeotas turcas y cristianas batallando mientras san Antonio intercede por la villa; una talla del Sagrado Corazón «de buena factura»; la Virgen del Rosario adquirida por la cofradía homónima en 1619; la Inmaculada de la capilla de sa Talaia, ya restaurada y que es del siglo XVII, y una cruz donada por el propio cura que está seguro que perteneció a una iglesia de Vila saqueada en 1936.

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