Huelga

«No podremos aguantar dos días más sin recogida de basuras»

Los empresarios de las zonas turísticas afectadas por el parón de los trabajadores de Herbusa confíen en que se llegue a un acuerdo rápido para evitar el colapso

Josep Àngel Costa

Josep Àngel Costa

Los núcleos turísticos afectados por la huelga de la empresa de recogida de basuras aún no ofrecen una imagen dantesca. Cualquiera imaginaría que, después de tres días de parón, y encima en el inicio de la temporada alta, la porquería empezaría a esparcirse por las calles. La mayoría de contenedores ya están llenos, pero la basura no ha empezado a apestar ni a cubrir las aceras. Eso sí, los negocios de estas zonas perciben que la supuesta normalidad de estos núcleos pende de un hilo y, de alargarse la protesta de los trabajadores de Herbusa, el drama llegará en pocas horas.

«Ahora la situación es llevadera gracias a la autogestión que llevamos a cabo los empresarios, pero, si continua la huelga, va a haber muchas complicaciones», advierte José Riera, del Migjorn Ibiza Suites, en Platja d’en Bosa. De momento, los negocios de la zona se han esmerado en minimizar los efectos de la protesta, siguiendo las indicaciones facilitadas por el Ayuntamiento de Sant Josep, subraya Riera.

Así, los establecimientos van tratando de reducir los residuos que generan, reservándolos para llevarlos a los respectivos contenedores en función de los servicios mínimos. «El problema es que estos servicios no se están cumpliendo», lamenta Riera. «Esta mañana queríamos sacar el cartón, pero no ha pasado el camión a recogerlo. Ayer [por el domingo] tampoco vinieron a recoger los materiales orgánicos», precisa.

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La calle Begònies, en Platja d'en Bossa. / J.A.C.

Contraste en la calle Murtra

En Platja d’en Bossa, los efectos de la huelga se notan especialmente por la porquería que tiran los turistas al suelo durante una tarde y noche de juerga. Los vasos, botellas, papeles y colillas se multiplican cuando se abandona la calle de las Begònies para tomar la carretera en dirección a las discotecas Hï y Ushuaïa. En cambio, el suelo está más limpio en la calle Murtra, donde al mediodía varios comerciantes barren los restos acumulados por el viento frente a sus establecimientos.

"Hay que subir los salarios, si no, no se puede vivir en la isla"

En la calle Murtra contrastan las papeleras llenas en la parte de Sant Josep mientras que a partir de la calle Alzines, donde se encuentra el límite con el municipio de Ibiza, aún están prácticamente vacías al mediodía. En la parte residencial del barrio, llama la atención un punto de contenedores repleto de bolsas, envases y alguna silla en la calle del Maresme, a pocos metros del campo de fútbol del centro social.

Manuel Ruiz, vecino de Sant Jordi, se sorprende por toda la basura allí acumulada mientras espera a un amigo, pero también comprende a los huelguistas. «Hay que subir los salarios, si no, no se puede vivir en la isla». Se entera de que llega su amigo y vecino del barrio, Borja de las Heras, por la exclamación que este suelta al pasar junto a los contenedores. «Es mi primer día libre en un mes y ahora no pensaba en que había huelga. Me he dado cuenta de golpe», confiesa.

Tranquilidad en Cala Llonga

La situación es aún más tranquila en Cala Llonga. El punto de contenedores a la entrada del núcleo y los otros dos en la calle principal están llenos de basura. En cambio, las aceras están impolutas y las papeleras vacías. En primera línea de la playa, nadie sospecharía que se han sucedido tres días sin recogida de basuras.

Sofía Juan, de Apartamentos Cala Llonga, explica que los empresarios están guardando los residuos para evitar el colapso de los contenedores. Las quejas o exclamaciones de sorpresa por la huelga, de momento, solo las ha escuchado a los residentes, no así a los visitantes. «Los turistas nos preguntan por el Ushuaïa, los taxis y los autobuses», bromea su compañero de recepción.

Contenedores de la calle Roncal, en Cala Llonga

Contenedores de la calle Roncal, en Cala Llonga / J.A.C.

En el extremo de la carretera de Cala Llonga en dirección a Sol d’en Serra, en los contenedores de la calle Roncal, abundan más los residuos alrededor de los contenedores que en el resto del núcleo. Dos turistas de Madrid, Dolores Lairana y María Hurtado, ya habían visto allí porquería el día anterior, pero ignoraban que se trataba de una huelga. «Es la primera vez que venimos aquí de vacaciones y yo pensé que, como la isla es muy pequeña, no tenían suficiente sitio para tirar la basura», confiesa Hurtado.

Sandra acaba de aparcar su coche y se dirige a la playa con su hijo Óscar y Bernadette, su asistente. Son de París, pero tienen una casa en la zona donde veranean. También ignoraban la convocatoria de huelga, por eso se extrañaron cuando vieron los contenedores a rebosar en la noche del sábado. «Fui a tirar la basura y me sorprendí. Si lo llego a saber, no lo hubiera hecho», confiesa Sandra.

Dolores Pereyra es una vecina de la zona que se acaba de enterar del parón de Herbusa al ir a comprar al Supermercat del Mar. Ella vive más apartada, en dirección a Sol d’en Serra. «Aún no se nota mucho, pero no podremos aguantar dos días más así, porque toda la basura empezará a pudrirse y a pesar», se teme.

Port de Sant Miquel

Los empresarios de Port de Sant Miquel también van capeando, hasta el momento, los estragos de la huelga, pero no les queda mucho más sitio donde guardar los residuos. Frente al hotel Balansat Resort, en la calle que da a la playa, se acumulan siete contenedores repletos de residuos. A las once y media de la mañana, unos trabajadores los van metiendo dentro de un cercado anexo al hotel, donde ya se amontonan numerosas bolsas de gran tamaño.

«Se supone que tendrían que haber pasado los servicios mínimos a recogerlos, pero no han pasado. No nos queda mucho más sitio donde ir guardando la basura y, en estas condiciones, no podemos reciclar y solo podemos amontonarlo todo», lamenta uno de los trabajadores del hotel.

Trabajadores del Balansat Resort guardan la basura que no han recogido los servicios mínimos.

Trabajadores del Balansat Resort guardan la basura que no han recogido los servicios mínimos. / J.A.C.

Como ha caído un chubasco durante la mañana y el cielo está cubierto, con fuerte viento, la playa está prácticamente vacía. Una familia madrileña, Luis, Carolina y su hijo Álvaro, aparcan su coche junto a los contenedores del hotel Balansat. «Ya nos habíamos enterado de que había huelga de basuras, pero nosotros estamos hospedados en es Figueral y allí no hemos notado nada», explican.

Varios vecinos y empresarios de la zona han ido retirando basuras para evitar las molestias a los turistas. Jesús Izquierdo, del restaurante Sol i Camp, va vaciando la papelera que hay frene su establecimiento. También van siguiendo una serie de pautas para reducir el impacto de la acumulación de residuos.

«Tenemos cuatro bidones grandes para cada tipo de residuos. Los restos orgánicos los metemos dentro de dos bolsas para que así no huelan tanto. El punto de contenedores donde dejamos las cosas ya empieza a estar lleno, pero de momento no se ha llegado a dar muy mala imagen», apunta. «Pero como no lleguen pronto a un acuerdo, esto se convertirá en un desastre», advierte. n

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