Un monumento de la Ebusus romana para la Ibiza del siglo XXI

La familia Cornelia estaba tan interesada en ayudar a toda su comunidad como en exhibir por todo lo alto su poderío económico y social en Ibiza. Al menos así podría deducirse de los restos arqueológicos que permiten imaginar a los miembros este linaje como grandes oligarcas de la ciudad en los siglos I y II d.C.

A partir de varios vestigios, los expertos concluyen que fueron ellos los que gastaron parte de su fortuna en construir un acueducto que abasteció de agua a la antigua Ebusus. También un Cornelio habría mandado erigir un monumento para ser recordado incluso dos mil años después de su muerte. De hecho, este deseo de inmortalidad va a quedar cumplido con creces.

El mausoleo romano descubierto durante las obras de renovación de la avenida Isidor Macabich, quedará museizado para la posteridad con las obras de protección emprendidas por el Ayuntamiento de Ibiza. Además, «le va dar entidad al Parcde la Pau, ya que es una zona sin apenas patrimonio histórico», destaca Rosa Gurrea, arqueóloga y técnica municipal de Patrimonio.

Las obras

El Consistorio ha dado a conocer este miércoles el inicio de los trabajos para instalar una cubierta de protección y rodear con una reja metálica el monumento, además de habilitar paneles informativos para divulgar su historia. La teniente de alcalde y concejala de Vías Públicas y Obras, Blanca Hernández, el concejal de Urbanismo y Patrimonio Histórico, Juan Flores, y la consellera de Cooperación Municipal del Consell de Ibiza, María Fajarnés, han presentado esta actuación, que deberá estar lista en un plazo máximo de dos meses.

Las obras se han adjudicado a la empresa Sircom SCM por un montante económico de 82.119 euros. En su financiación también participa el Consell de Ibiza, ya que forma parte de un paquete de seis proyectos presentados por Vila al Pla 5 de Cooperación Municipal. Estas actuaciones supondrán, en su conjunto, un coste de 2,7 millones de euros, de los que el Consell subvencionará el 50%, según han detallado Hernández y Fajarnés.

Respecto a los trabajos de protección del mausoleo, consistirán en una cubierta que resguarde el sepulcro de la lluvia y un lecho de grava con un sistema de evacuación de aguas pluviales. A su alrededor se levantará un perímetro de protección «con una tela de acero, de unos dos metros de altura, que quita muy poca visibilidad».

De esta manera, también se permite que los grandes sillares que forman la tumba estén permanentemente ventilados. «Es por esto que se descarta que quede encerrado en un cajón de vidrio, porque provocaría una condensación que perjudicaría a las piedras», ha explicado Gurrea. Paralelamente, se completarán los trabajos de restauración de la tumba, que ya se iniciaron en marzo del año pasado, poco después de su traslado al Parc de la Pau, a 15 metros de donde se excavó.

El conjunto se completa con dos planchas de córtex en los laterales que servirán de paneles informativos sobre los valores de estos restos históricos.

Flores subrayó que el monumento funerario ya se quedará definitivamente en su actual emplazamiento. En esta ubicación no se verá afectado por el proyecto municipal para ubicar el futuro Mercat Nou, que se prevé construir en el otro extremo del parque. De esta manera, se completa un proceso que se inició en noviembre de 2022, tras su hallazgo durante la reforma integral de Isidor Macabich.

El hallazgo

Al abrir una zanja de saneamiento, los operarios que trabajaban en la avenida descubrieron unos grandes bloques de piedra. Los arqueólogos advirtieron de que se trataba de sillares de marés y se paralizó la obra. Las excavaciones sacaron a la luz una planta cuadrada, de 3,9 x 3,4 metros, formada por 43 sillares y que probablemente se erigía unos cuatro metros sobre el nivel del suelo.

Resultó ser un mausoleo. Los romanos levantaban estos monumentos funerarios junto a las vías principales. Por esta misma zona está documentado, desde el siglo XVIII, que pasaba el camino de Cas Pous, en el área rural periurbana de Vila.

Se trata de la única tumba de estas características hallada en Ibiza y de las pocas de las que se tiene constancia en España. Así, tras salir a la luz, Gurrea destacó que se trataba del hallazgo arqueológico más importante de los últimos 50 años.

Como era costumbre en la antigua Roma, el cadáver había sido previamente incinerado. A raíz de dos lápidas ya desaparecidas, pero que quedaron documentadas, se dedujo la identidad del finado. En una inscripción aparece que Marcus Cornelius Avitus mandaba erigir un mausoleo en memoria de su padre, que se llamaría igual.

Se la da circunstancia de que en otra lápida de la misma época, que se trasladó a Perpiñán en el siglo XVI, aparecen nombres de este mismo linaje (un padre, dos hijos y cuatro nietos) y se les destaca como sufragadores del acueducto que llevaba agua hasta el municipio ebusitano.

A raíz de ocho yacimientos donde se encontraron restos de esta canalización, se infiere que llegó a tener cinco kilómetros de longitud. Una parte del acueducto se trasladó y se mantiene en un parque de Can Misses, frente a los Multicines.

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