Hace 25 años

Hace 25 añosEl 7 de octubre comenzaba el juicio a Juan Manuel Ull Prats por un delito sexual cometido antes de que el 12 de abril de 1993 asesinara a Patricia Marí. En junio de 1991, Ull atropelló con su vehículo a una joven y, en vez de auxiliarla, manoseó sus pechos. Al resistirse, le provocó diversas heridas con una navaja. Incomprensiblemente, se hallaba en libertad provisional cuando, un año más tarde, mató a Patricia. Tanto el fiscal como el psiquiatra de la defensa coincidieron en el juicio en que Ull Prats era una persona «sádica y perversa». Según el psiquiatra, «era un riesgo» si no se le trataba. Ull Prats reconoció que cuando agredió a la mujer estaba dando «una vuelta» con el coche para bajarse «el colocón» de éxtasis y hachís tras pasar cinco horas en una discoteca. Al verla tendida en el asfalto de la carretera de Cala Llonga, se fue directo a tocarle los pechos. Cuando la mujer se resistió, le pinchó en el seno izquierdo, en una oreja y en el costado con una navaja de pequeñas dimensiones. Un sádico.

Hace 50 años

El liquidador del Movimiento en Eivissa. Además de la Bienal Internacional, Eivissa acogió desde el 8 de octubre de 1968 el I Curso de Economía del Turismo. Se celebró en el hotel Carabela y cada jornada constaba de diversos seminarios. En la del 9 de octubre participó Francesco Cavalletti di Oliveto Sabino, embajador italiano. Clausuró el curso Ignacio García López, delegado nacional-comisario para el Sindicato Español Universitario (SEU), «un ejemplar hombre del Movimiento», según Es Diari. Sería el encargado de disolverlo en 1977.

Hace 75 años

Hace 75 años Carreteras cortadas. Mientras se intentaba desentrañar el misterioso caso de la mula negra de estatura regular que se había extraviado en Santa Eulària y que se suponía que se había dirigido al trote en dirección a Jesús, la jefatura de Obras Públicas informaba de que el temporal de la noche del 9 al 10 de octubre de 1943 había sido de una «violencia tan inusitada» que no se recordaba «otro análogo en más de 10 años».

De hecho, «se había cortado casi por completo en varios puntos la carretera de Sant Josep a Sant Antoni, haciéndose imposible el tránsito de toda clase de vehículos». Daños parecidos se habían producido en la carretera de Eivissa a Sant Josep. Se había suspendido el tránsito por esas vías: «Y por las noches también para caballerías y peatones en evitación de posibles accidentes», contó el ingeniero J. Luis de Castro Espejo en una nota oficial.

Hace 100 años

Hace 100 años Tres muertos más por gripe. El avance de la gripe española (aún no se conocía por ese nombre) preocupaba en la isla, especialmente porque casi a diario llegaban noticias de pitiusos afectados en la Península, muchos de los cuales fallecían. Tras saberse que, la semana anterior, había perdido la vida el guardia civil Pedro Ferrer en Caldes de Montbui (Barcelona), el 9 de octubre de 1918 se conocía que el maquinista Manuel Guasch también había sucumbido en Barcelona «a la terrible epidemia reinante». Le «sorprendió» allí «y casi repentinamente dejó de existir», narró Es Diari. El 12 de octubre informó de una nueva muerte, la de Juan Planells Adrover, «por la enfermedad de moda» mientras se encontraba «accidentalmente en el continente». Su hermana, Isabel Planells, fallecía una semana más tarde «víctima del terrible microbio».

La isla parecía sitiada por la gripe y lo lógico era pensar que en algún momento desembarcaría en la isla, como así fue, causando tantos estragos como otras pandemias en el pasado. De ahí que Diario de Ibiza publicara el 11 de octubre en la portada una advertencia con una titular enorme para lo que estaban acostumbrados sus lectores: «¿Cólera o peste?» tituló. En Barcelona y Valencia se muere la gente de un modo horroroso. Es preciso recordar que si estamos libres hoy, podemos no estarlo mañana. Los vapores no deben atracar en el muelle. Los equipajes deben ser muy seriamente desinfectados. Las mercancías deben serlo también», recomendaba el períodico, que criticaba a «las autoridades superiores» por no haber decretado aún la cuarentena: «Cuando vengan las tardías precauciones, podremos decir con amargura: a borrico muerto, la cebada del rabo. La salud del pueblo es la ley suprema», sentenciaba. Y no le faltaba razón al diario, pues la epidemia barrería la isla pocos días después, con consecuencias fatales. Recordaba el periódico que la «invasión de fiebre amarilla que causó tantas víctimas [en la isla] fue importada en unos fardos de tejidos que clandestinamente habían sido introducidos, y las primeras víctimas fueron los primeros en abrir los fardos. No hay que olvidar esa terrible experiencia». La peste bubónica ya había diezmado, literalmente, la población en 1752.

El 10 de octubre, la redacción observó, a la llegada del vapor, «que se tomaban algunas precauciones que anuncian algún despertar del sueño de indiferencia en que estábamos sumidos». De poco sirvió.