Obituario

Muere Jonatan, el hombre biónico de Formentera

Este joven vendedor de cupones de la ONCE falleció el pasado domingo

Sus amigos le rinden homenaje con una misa mañana, a las 17 horas, en la iglesia de Sant Ferran

Jonatan Parrila, era aficionado al billar.

Jonatan Parrila, era aficionado al billar. / Amigos

Carmelo Convalia

Carmelo Convalia

La gente de la calle de Formentera, que normalmente no sale en los periódicos, está estos días triste. Jonatan Parrilla iba a cumplir 35 años este 27 de julio y este domingo su corazón dejó de latir. Fue una sacudida inesperada y por eso más dolorosa. Joni, como cariñosamente le llamaban amigos y vecinos, vendía cupones de la ONCE y era un hombre optimista, de mirada clara, limpia y con una sonrisa que pellizcaba el alma.

Jonatan Parrilla, natural de Sabadell, decidió hace cinco años instalarse en Formentera. Tenía una grave enfermedad ósea en su pierna derecha y la solución fue la amputación. Uno de sus amigos, Jacobo Domínguez, recuerda perfectamente cómo le conoció en Sabadell, por casualidad, y la amistad hizo que Jonatan le siguiera para instalarse en la Mola. En ese momento andaba con dos muletas que le dificultaban mucho la movilidad. Decidió entonces optar la solución drástica de la amputación. Regresó a Sabadell para todo el proceso y la posterior adaptación de su prótesis. Jacobo lo cuenta emocionado: "tomó la decisión, fue un valiente". Al cabo del año regresó a Formentera y por casualidad entró en contacto con otro hombre corriente, de los que no salen en los periódicos. Fernando era un vendedor de la ONCE que estaba a punto de jubilarse y Jonatan, al quedar su puesto libre, le tomó el relevo.

Lleno de energía

Este joven lleno de energía se reconstruyó literalmente y gracias a la biónica le adaptaron una prótesis de titanio que lucía con orgullo y que dejaba ver en verano, cuando iba en bermudas. Era como un grito a la vida, con el que reivindicaba su genuina personalidad y su fortaleza ante las dificultades.

Jonatan se instaló en el Pilar de la Mola, en un piso compartido con un familiar suyo que es enfermero del Hospital. En los tres años que estuvo compartiendo sonrisas y buen humor, especialmente en Sant Ferran, todo el mundo le recuerda por su simpatía y su forma de vivir intensamente cada minuto. Y aquí es donde aparece la magia de este hombre que con su pérdida, el pasado domingo, dejó el corazón roto a media isla.

Su zona era Sant Ferran, aunque también llegaba a Sant Francesc, a la Savina y a la Mola gracias a un vehículo adaptado. Ahora en todos estos pueblos se le echa de menos, entre sus compañeros de la ONCE rezuma la tristeza al igual que entre las personas que tuvieron la suerte de conocerlo. Su familia ha decidido trasladar sus restos a su ciudad natal. En Formentera queda el recuerdo y un homenaje en forma de misa, este miércoles a las 17 horas, en la iglesia de Sant Ferran. Después sus amigos le recordarán "como a él le hubiera gustado", dice Jacobo.