Las observaciones de un equipo de investigadores del Centro de Astrofísica Harvard-Smithsonian sobre una estrella joven de características similares a las de Sol, han aclarado un factor que contribuyó a que la vida en la Tierra surjiera: la existencia del campo magnético terrestre.

La estrella en cuestión se llama Kappa. Kappa pertenece a la constelación Cetus, una galaxia del hemisferio sur celeste. Se puede decir que por su diámetro y peso, esta estrella es una versión joven del Sol, y además presenta unas condiciones muy similares a las que poseía nuestro astro hace entre 600 y 400 millones de años. Fueron estos precisamente los años en los que surgió la vida en la Tierra.

Como ya hemos dicho, Kappa actualmente es más joven que el Sol, y por tanto más potente. La revista ‘Astrophsycal Journal Letters’ ha publicado las investigaciones que un equipo de astrónomos del Centro de Astrofísica Harvard-Smithsonian ha hecho sobre la estrella. Midiendo la fuerza de las cargas de su superficie y la frecuencia de éstas, han determinado que el viento solar de Kappa es 50 veces más potente que el del Sol actual.

Pero hace 600 millones de años, el Sol joven era igual de potente que Kappa; para poder aguantar esta radiación solar, la Tierra debió poseer un campo magnético equivalente en potencia a un tercio del campo magnético actual, como mínimo. El campo magnético contribuye a que el impacto sobre la atmósfera del planeta no sea tan brusco y ésta acabe agotándose. Esto es, por ejemplo, lo que le pasa a Marte, que carece de campo magnético y justamente por ello se hizo inhabitable.

Cabe recordar que el campo magnético de la Tierra se estima que apareció por primera vez hace al menos 3450 millones de años.