Después de atravesar Santa Eulària, de entrar en los hogares de Vila para dejar sus presentes y de maravillar a los niños en Sant Antoni, los Magos de Oriente realizaron ayer su tradicional cabalgata matutina por las localidades de Puig d´en Valls y Jesús, donde cientos de niños aguardaban para ver sus carrozas a la luz del día.
Sus Majestades se pasearon en las mismas carrozas que habían estrenado la tarde del domingo en la Villa del Río. Los cientos de lucecitas que adornan los nuevos carruajes deslumbran menos bajo el sol, pero eso no restó ni un ápice de ilusión a los pequeños que se agolpaban a ambos lados del camino ansiosos por recoger los kilos y kilos de caramelos que los monarcas y sus pajes lanzaron a diestro y siniestro. Tras saludar a los niños de Puig d´en Valls y entregarles algunos de los regalos que habían pedido en sus siempre ambiciosas cartas, se dirigieron a Jesús donde llegaron con poco de retraso sobre el horario previsto. Nadie se sorprendió. Ya se sabe que en un día así tienen muchísimo trabajo.
Precedida por las agrupaciones musicales del cristo Yacente y Jesús Cautivo, la comitiva real se fue acercando al centro del pueblo al ritmo festivo de ´Yo quiero ser Rey León´ intepretado por trompetas, trompas y tambores.
S in restricciones
Los saltimbanquis de Party Planet se abrían paso tras una gigantesca bola que hacían rodar hacia el público a la que seguían una zancuda y equilibristas vestidos de rojo circense sobre un espectacular biciclo y un triciclo dorado de extraordinaria altura y ruedas de gran grosor. Los lanzamientos de caramelos efectuados por los saltimbanquis ya hacían presagiar que, en contra de lo dictado este año en muchas poblaciones españolas, en Jesús no habría restricciones de azúcar.
Las bailarinas (y bailarines) de la Academia de Ángela Custodio enlazaban una carroza con otra con el contoneo de sus danzas orientales.
Algunas madres, veteranas ya en asuntos de recaudación de caramelos, rodeadas de carritos infantiles y con sus criaturas en brazos, aleccionaban a otras: «Al final tiran siempre más que al principio, porque van racionando». Al final, al principio y en los tramos intermedios.
Melchor, Gaspar y Baltasar no escatimaron ni caramelos ni presentes. Sus carrozas, como es tradición en estas localidades, iban escoltadas por un trenecito con overbooking en el que se apiñaban madres, hijos, primos y vecinos.
Mientras algunos disfrutaban del sol y del desfile de los tres reyes desde las terrazas de bares y cafeterías, los sabios y sus pajes se dirigieron a la iglesia de Nuestra Señora de Jesús, para presentar sus respetos a María y adorar al niño. Después, atendieron a todos sus otros niños, que acompañados por padres y abuelos, aguardaban ya en la plaza del pueblo para recibir sus juegos, muñecos, balones,cuentos y vehículos de toda índole.
En el escenario instalado para la ocasión aguardaban tres humildes tronos de mimbre, eso sí, coronados por racimos de globos dorados que flotaban sobre las tres cabezas coronadas. Entre risas, carbón dulce y envoltorios rasgados los niños de esta localidad santaeulaliense despidieron a las solemnes figuras que un día al año les alegran la vida. No les dijeron adiós, solo hasta el año que viene.