El hecho de que la consellera de Educación se refiriera dos veces al Informe PISA como ´informe Trepitja´ fue visto por algunos como una señal de los resultados que Balears iba a obtener en dicho estudio. El martes pasado se hizo pública la edición 2012. Y sí, en cuanto a rendimiento el archipiélago continúa en los últimos puestos, aunque ha mejorado respecto al anterior informe.
Ahora políticos y otros actores del sector se apoyan en los resultados del último informe PISA para justificar sus respectivas posturas: unos creen que se demuestra la necesidad de cambiar el sistema aunque sea sin consenso; mientras otros creen que lo que se pone de relieve es la urgencia de un pacto para traer estabilidad. Y mientras, la realidad del sector educativo balear sigue ahí. Aplicando, o no, el Tratamiento Integrado de Lenguas (TIL), preparándose para el próximo gran cambio (la Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad de la Enseñanza, Lomce) y adaptándose al nuevo escenario que ha dejado la crisis: parón en el crecimiento de la población escolar tras años de escalada imparable, debido al cambio de los flujos migratorios; menor porcentaje de jóvenes que abandonan los estudios antes de tiempo y mayor proporción de estudiantes que vuelven; y recortes presupuestarios.
La OCDE realiza este informe cada tres años, midiendo las competencias matemáticas, científicas y de lectura de alumnos de 15 años en un total de 65 países. El documento referente a España tiene 242 páginas y analiza el peso de múltiples variables, así que quizás merezca un análisis profundo más allá de un simple ranking.
Los datos que suelen acaparar la atención pública son los que se refieren a rendimiento. En este sentido los alumnos isleños lograron el cuarto peor resultado del país en habilidades matemáticas, con una puntuación de 475 puntos, nueve puntos por debajo de la media española pero 21 puntos por encima de lo obtenido en 2009. En cuanto a la competencia lectora, los estudiantes de las islas quedan terceros por la cola, con 476 puntos: solo 12 puntos por debajo del promedio estatal y 19 más que hace tres años. En ciencias Balears también obtiene el tercer peor resultado del país, con una puntuación de 483, lo que deja al archipiélago a trece puntos de la media y supone una mejora de19 puntos.
La comunidad balear no llega a la media española, pero por poco, como se ve en las tablas de la siguiente página. El promedio español a su vez roza la media de la Unión Europea. Lo que ya se aleja más es el resultado de la OCDE, más elevado gracias al tirón asiático y de países como Finlandia.
El director Antoni Morante se queda con el dato de la Unión Europea y valora que las islas han acortado distancias respecto al viejo continente. Por ello rechaza «la visión catastrofista» imperante y que ya constituye casi tradición en nuestra comunidad. «Se han mejorado unos 20 puntos, es significativo», defiende el presidente de la asociación mallorquina de directores de Secundaria Adesma, quien además cree que de seguir esta tendencia y este ritmo podríamos estar a la altura de la OCDE en tres años, ya que se encuentra a unos 20 puntos de distancia.
Morante concluye además que «está claro» que emprender iniciativas legislativas no se traduce en mejoras, como demuestra el caso español o el estadounidense. Además, razona, hay comunidades españolas como Navarra, Castilla y León y País Vasco que obtienen buenos resultados estando bajo la misma ley que Balears. Es de los que cree que trabajar para conseguir un pacto debería ser el camino para reducir las dos principales flaquezas del sistema español: la falta de alumnos excelentes y el elevado índice de repetidores.
El problema de la repetición de curso es especialmente grave en Balears, donde el 40% de los estudiantes de 15 años ha repetido por lo menos un curso. El informe advierte de que estos estudiantes corren riesgo de exclusión social y en el caso de los que han repetido dos veces es rotundo: «Ni siquiera alcanzan los niveles mínimos de puntuación necesarios para su correcta integración en la sociedad del conocimiento».
En vez de intentar cambiarlo todo, él apostaría por impulsar ´pequeñas medidas´ centradas por ejemplo en la figura del profesor (aumentar su reconocimiento social, mejorar sus condiciones así como su formación...) o en las condiciones de cada centro.
La consellera Joana Maria Camps por supuesto lo ve de forma totalmente diferente y cree que los datos negativos requieren cambios totales, según defendió siguiendo exactamente la misma línea de las declaraciones del ministro Wert: «Los resultados son malos y por ello estamos trabajando en las reformas educativas», señaló, refiriéndose a la Lomce y al TIL.
Para Bernat Alemany, presidente de la patronal Escola Catòlica, los resultados «no inspiran alegría», pero sirven para recordarnos un tema «enquistado», una reivindicación histórica: «La necesidad de un pacto por la educación que traiga estabilidad al sistema». En eso coincide con Morante; con la federación de asociaciones de padres FAPA, que preside Vicente Rodrigo; con el sindicato STEI-i y con académicos como Martí March, catedrático de Pedagogía y Didácticas Específicas de la Universitat. El PP balear también defendía hace un par de años el pacto por la educación como una de sus prioridades (era el primer punto de su programa electoral en materia educativa), pero todo quedó en un ambicioso y ya olvidado borrador.
March reconoce que aunque son «muy mejorables», los datos no son catastrofistas. Cree necesario que para que el sistema educativo dé «el salto de calidad» que necesita no hacen falta reformas como la Lomce, sino «estabilidad, diálogo y consenso». Otros factores que cree necesarios: la autonomía de centro, para asignar recursos en función del contexto y las necesidades; y «micropolítica educativa», esto es, revisar y simplificar currículos, abordar el tema de la formación docente y su reciclaje y potenciar el trabajo con las familias.
En cuanto a la autonomía de centro, que Alemany y Morante también señalan como camino a seguir, España no queda bien parada en comparación con el resto de los países: el 58% de los estudiantes españoles asisten a centros que tienen algún papel en las decisiones sobre qué estudios ofertan, mientras que el promedio de la OCDE es del 82%. El informe indica que la autonomía de centro es uno de los factores asociados a la mejora del rendimiento. Uno de tantos.
Muchos factores implicados
Y es que una de las cosas que pone de manifiesto PISA es la gran cantidad de factores que influyen en los resultados, desechando teorías simplistas que quieren reducir a un solo motivo el fracaso escolar.
Desde el STEI-i aprovechan los resultados del informe para desmontar, otra vez, una de las ideas promulgadas desde el Govern: que la inmersión lingüística es la causa del fracaso escolar en Balears. El sindicato hace una tabla comparativa que muestra que Cataluña, donde hay inmersión, obtiene puntuaciones incluso por encima de la media española; igual que en el País Vasco, donde hay libertad de elección; o que en Madrid, donde solo hay una lengua cooficial: «El decreto de mínimos, la inmersión, o la utilización de una sola lengua no determinan los resultados».
¿Qué condiciona los resultados? Un factor determinante es el índice económico, social y cultural (ESCS) de los alumnos, que en un 85% de los casos está detrás de la diferencia de resultados entre las comunidades. Así, las diferencias entre el alumnado con padres con nivel educativo alto y bajo ronda los 50 puntos. Si los progenitores tienen trabajos básicos o calificados la diferencia roza los 80 puntos en el caso de las matemáticas, y según el número de libros en el hogar la distancia supera los 110 puntos.
El fenómeno inmigratorio también tiene su peso. Balears tiene un 19,2% de alumnado inmigrante, mientras el promedio europeo es del 9,4%, y el español del 9,9%. En las islas el alumnado inmigrante obtiene 60 puntos menos que el estudiante nativo en la competencia matemática. En la UE la diferencia es de 30 puntos, y en España de 53.
El riesgo de la pérdida de equidad
España obtuvo en el anterior informe una buena nota en lo que se refiere a equidad; se constató que la escuela española hacía una importante labor de compensación de las dificultades. PISA 2012 concluye que España mantiene esta característica, pero incluso la propia secretaria de Estado Educación, Montserrat Gomendio, reconoció que «la equidad se ha ido deteriorando». Los alumnos de nivel socioeconómico alto obtienen 35 puntos más que los de nivel bajo.
Esta pérdida es de lo que más preocupa en las asociaciones de padres. Vicente Rodrigo teme que se acabe generando una brecha «muy peligrosa» y una «bolsa de marginalidad». Y cree que la Lomce incluso acentuará esa tendencia a la desigualdad entre los alumnos. Tiene claro para qué deberían servir los resultados de PISA: «Para arremangarnos y decidir todos a una qué camino vamos a seguir». Respecto a los resultados de rendimiento, considera un milagro que después de los recortes de los tres últimos años los resultados no solo se hayan mantenido sino que incluso han mejorado, algo que achaca «a los esfuerzos de la comunidad educativa».
Desde el Ministerio se apoyan en los resultados para defender otro de los mensajes en los que han insistido mientras recortaban el presupuesto: que el rendimiento no se relaciona con el gasto en educación, como insistió Gomendio en la rueda de prensa de presentación de los resultados del Informe, recordando que en los últimos diez años se ha incrementado en un 35% esta partida y aún así seguimos por debajo del promedio de la OCDE en cuanto a resultados.
Para el catedrático Martí March la cuestión es que esos recursos se inviertan donde haga falta. Y, sobre todo, lo fundamental es «que no se haya una lectura politizada de estos informes». Concluye algo lógico y que en la teoría todo el mundo defiende: «Hay que apartar la ideología de la educación y tomar decisiones basándose en evidencias científicas concretas».