Opinión | Para empezar

La plácida vida del difamador subvencionado

Tengo unos jefes que son muy pesados y que, en todas las noticias, me piden que contraste los datos. ¿Esta cifra quién te la ha dicho? ¿Esto lo han podido comprobar? ¿Este dato de dónde lo has sacado? ¿Has podido confirmar que esto es cierto? Una pesadez.

Por este motivo, me dan tanta envidia los redactores de esos libelos ultras de fake news donde, evidentemente, no hay que contrastar nada y tienes carta blanca para dejar volar la imaginación, siempre y cuando la culpa de todo la tengan el Perrosanxe y los catalanes. Llegas por la mañana a la redacción y te sientes inspirado y escribes, yo qué sé, que la esposa de Perrosanxe es un hombre y que para su operación de cambio de sexo se usó sangre de bebés y que quienes desollaron a los recién nacidos eran catalanes. Pues estupendo oye, lo redactas que quede bien y un día más en la oficina. Además, los jueces te dan credibilidad y aceptan recortes de tus creaciones en las querellas que se presentan miembros del gobierno. ¡Todo son ventajas!

Ahora dicen desde el Ejecutivo central que es necesario poner límites a estas plataformas de difamación e intoxicación pública. Considerando que estos medios de comunicación me parecen repugnantes y que deberían abochornar a cualquier periodista -aquí no hay corporativismo que valga, esta gente degrada y ensucia a la profesión-, no soy partidario de prohibir nada. El principal motivo, porque afortunadamente todavía existe la libertad de expresión, y este es un derecho sagrado en toda democracia; y en segundo lugar, porque viendo el sesgo de cómo los jueces han aplicado la legislación en los delitos de odio, por ejemplo, ya me veo a estos libelos filofascistas publicando tranquilamente mientras yo estoy en la trena acusado de fake news porque en una crónica me confundí con un dato.

En definitiva, que estoy completamente en contra de prohibir nada. Eso sí, lo decente sería que ninguna administración alimentara estos engendros con dinero público. Algo que ha hecho con fruición el Ayuntamiento de Sant Antoni, por ejemplo.

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