Un ibuprofeno que se tomó Kiko Veneno, "con rima y todo", según confesó él mismo antes de subir al escenario, fue el único recurso sanitario que hizo falta para salvar la XXII edición del Sant Pepe Rock, en la noche del sábado en Sant Josep. Menos mal, porque entre los conciertos de Kiko y La Frontera (que cerraron la noche) una fuerte racha de viento tumbó la pantalla de vídeo gigante del escenario. No hubo heridos, aunque el coche de uno de los técnicos, aparcado detrás, salió malparado.

Veneno volvía a la isla solo un año y medio después y fue para un concierto muy diferente al de entonces en Las Dalias. Si aquel fue en un ambiente íntimo, con un Kiko chistoso solo acompañado a la guitarra por Raúl Romero, más flamenco y cálido, el del sábado fue con toda la banda del Retumbe, sus habituales y Diego ´Ratón´ haciendo locuras con la guitarra. La elección del repertorio fue algo rara, con más peso para los temas bailables, la versión clásica de ´Memphis Blues´ y otra del ´Revolution´ de los Beatles, y varios de sus clásicos. El éxtasis llegó con ´Echo de menos´ y al final con ´Joselito´ y es verdad que se echaron de menos muchas: ´Lobo López´, ´La casa cuartel´, ´Está muy bien eso del cariño´, ´Volando voy´? y hasta hubo quien pedía a gritos ´Seré mecánico por ti´, pero el arqueólogo no había venido.

Kiko Veneno recibió a un público ya calentito, gracias al rock and roll puro y visceral de los ibicencos The Frigolos, curtidos en todos los escenarios de la isla, pero tras su paso la cosa se enfrió mucho. Entre el viento que se levantó al final de su actuación, el incidente de la pantalla y los largos minutos de espera hasta que todos los aparatos eléctricos volvieron a su ser y que mucha gente aprovechó el improvisado descanso para largarse, cuando La Frontera apareció por fin la noche estaba a punto de congelarse.

No se les puede reprochar nada a Javi Andreu, Marmota y sus chicos, que lo dieron todo. Se vaciaron con todos sus clásicos, desde el comienzo con ´Cielo del sur´ hasta el final con ´Pobre tahúr´, mientras la plaza se iba vaciando y los irreductibles se defendían del vendaval haciendo piña ante al escenario. No faltaron ni ´Judas el miserable´ ni ´La ciudad´ ni ´Siete Calaveras´ ni, por supuesto, ´El límite´, cantada a coro por sus incondicionales, ni esa joya casi oculta llamada ´Diez minutos de pasión´, ni ´La frontera´, que dedicaron al técnico de sonido Dennis Herman, que les produjo dos de sus discos en los míticos Estudios Mediterráneo de Ibiza.

Y entre que todo empezó con retraso (mucho) y el incidente y la hora y media de rigor por concierto y la hora que nos robaron con el cambio anual, cuando se apagaron las luces el reloj marcaba las 3.40 en el Sant Pepe más largo que se recuerda.